Arquitectura ecléctica medieval en la ciudad del tesoro

Antonio Salas Sola / Historiador del Arte y
Gestor Cultural.

Es Torredonjimeno un enclave adscrito, según las fuentes clásicas, a “Colonia Augusta Gémina” como inicio de un periodo de ocupación de una zona de tierras fértiles que bajo su posterior denominación como alquería islámica verá incrementado su valor estratégico militar tras el proceso de reconquista cristiana, teniendo como figura relevante al caballero Don Ximeno de Raya. Es precisamente el resultado de su condición militar, junto al nombre del citado caballero castellano el que otorgarán la toponimia actual de esta ciudad, como palabra compuesta de Torre y Don Ximeno.

El origen del castillo de Torredonjimeno está en el desarrollo fortificado de una alquería árabe, que comienza su construcción en época almohade, desarrollándose como un modesto sistema defensivo orientado al protectorado de los campesinos y ganaderos de la zona, cuya pacífica vida se había visto alterada con las continuas escaramuzas entre reinos cristianos y musulmanes, que tendrá como consecuencia final la conquista castellana con fecha de 1228. Tras la conquista castellana la primitiva fortificación islámica se verá notablemente modificada al amparo de la Orden de Calatrava, que desde la vecina localidad de Martos ejercerá maestrazgo en la zona, influyendo de forma decisiva en el desarrollo arquitectónico de esta fortaleza tosiriana.

Esta primitiva fortificación cristiana; de planta rectangular parapetada por muros de mampostería regular y torres circulares en las esquinas, se antoja insuficiente para contener los avances de las huestes nazaríes que obligarán, a partir de 1369, a levantar un recinto amurallado exterior que protegiese al resto de la población, además de reforzar las propias estructuras defensivas del castillo, dotándolo de foso y nuevos muros interiores.

(Fotos: Manuel Hermoso Anguita)

De este complejo defensivo, documentado por Ximena Jurado (1635), no quedan apenas vestigios, consecuencia de nuevas ataques nazaríes y la posterior visita que a este municipio hizo Carlos V en 1526, en la cual ordenó se demoliesen las murallas para construir con sus materiales la iglesia de la Inmaculada Concepción de Santa María. Entre tanto, un nuevo renacer en las estructuras del castillo tosiriano se producirá con las reformas realizadas por la familia Guzmán; adecuándolo como residencia señorial, dotándolo de patios y nuevas estancias donde son notorios los motivos heráldicos y elementos decorativos mudéjares.

Este nuevo aspecto vera modificada su apariencia, pues en ocasiones el ser humano es antojadizo y prueba de ello se produce con el IV duque de Obrantes, el cual, ordenó cegar el foso y desmontar parcialmente parte de muros y torres utilizando sus materiales a favor de nuevas dependencias para su palacio y la construcción de dos molinos de aceite. El resultado, en palabras de Spinalt (1799), “un fuerte castillo arruinado”, que volverá a cobrar vida a partir de las últimas décadas del siglo XX con la cesión por parte de sus propietarios al consistorio local, iniciándose desde ese momento una serie de reformas y restauración consecuentes con su pasado histórico, ofreciendo un estado actual encaminado a vislumbrar, parcialmente, la grandeza de una fortaleza medieval donde aún se pueden admirar los elementos arquitectónicos de torres, murallas y residencias señoriales levantados con prominente mampostería irregular que nos presenta un sistema constructivo tosco pero funcional.

Evolución histórica aparte, el castillo de Torredonjimeno merece especial mención por su versátil puesta en valor. Más allá de mostrar la esencia de un construcción defensiva, declarada BIC en 1985, sus estancias sirven como espacios culturales versátiles albergando en ellas zonas interpretativas de interés para la localidad, como el centro de interpretación del “Tesoro Visigodo de Torredonjimeno” o un espacio museográfico con una colección muy completa de fósiles. Especial interés merece hacer breve referencia a estos espacios culturales que han dotado de contenido museográfico e interpretativo a las estancias del castillo. El primero de ellos, es un espacio ligado al capítulo más importante de la arqueología tosiriana, el hallazgo del “Tesoro Visigodo de Torredonjimeno”, que tiene lugar en 1926 y cuya entidad hoy lo convierte en uno de los mejores ajuares visigodos conservados. Este centro de interpretación pretende abordar con detalle el contexto histórico donde aparece el tesoro, además de desgranar los avatares que han hecho que hoy sus piezas se encuentren en distintos museos de la geografía nacional. Cuenta también con la reproducción a escala real de las distintas pizas que lo conforman, pudiendo el visitante observar las características de un conjunto de piezas de un ajuar relacionado con la devoción a las Santas Justa y Rufina, muy veneradas en esta zona.

(Fotos: Manuel Hermoso Anguita)

De otro lado, la destacada colección de fósiles, donados por Manuel Cañada, confieren a la sala que los alberga el privilegio de ser el primer espacio museográfico de la provincia de Jaén dedicado a tal fin. Una muestra expositiva que reúne a más de 350 fósiles de los cinco continentes, cuya heterogeneidad hace que esté presente en ella todas y cada una de las edades geológicas de un periodo que abarca más de 550 millones de años. Además de estos espacios, las distintas estancias del castillo muestran elementos arqueológicos integrados como testigo material del lugar, lo que hace potencialmente atractiva la visita.

Es por lo tanto el castillo de Torredonjimeno un espacio defensivo que ha sido consecuente con las distintas etapas históricas que le ha tocado vivir, las cuales, le confiere un aspecto actual muy diferente a aquella primitiva fortaleza islámica. Pero gracias al estudio de las fuentes documentales conservadas, hoy, cualquier persona que se acerque al castillo de Torredonjimeno podrá experimentar en primera persona la posibilidad de hacer un viaje en el tiempo que le llevará a observar in situ las primitivas estructuras defensivas de este castillo medieval. Todo ello es posible, una vez más, gracias a que esta fortaleza ha sabido aprovechar las bondades de su tiempo, dejándose arrastrar por las posibilidades tecnológicas aplicadas a la museología que nos permiten a través de la realidad virtual, visualizar, mediante gafas 3D, el primitivo aspecto de este castillo con el consecuente valor añadido que supone para todo aquel que se acerca a visitarlo.