Más de 40 años endulzando la vida de los jiennenses

La historia de “La Casa de las Tartas” arranca de forma oficial en 1973, pero la de su fundador comienza unos cuantos años antes. Salvador Gutiérrez se introdujo muy joven, a la edad de 14 años, en el mundo de la pastelería, concretamente sus primeros pasos como aprendiz los dio en el mítico “Ideal Bar”, un negocio situado en el antiguo Teatro Cervantes de la ciudad.

Allí aprendió todo con el que él catalogaba como su maestro, para posteriormente, y una vez adquiridos todos los conocimientos y convertirse en un profesional, pasar por distintas empresas pasteleras de la capital jiennense. Primero, estuvo en “Pastelería Gómez” y, después, siguió creciendo en “Panadería Siles”. Durante esos años ejerció como maestro pastelero, conoció a la que, años después sería su mujer, Dolores Pachón, y le tocó enseñar a muchos de los jóvenes que en aquellos años apostaban por este oficio por necesidad o vocación. Uno de esos aprendices fue su propio hijo, Salvador Gutiérrez, quien llegó al obrador a la edad de 17 años “porque tenía claro que no quería seguir estudiando y mi padre me dio la opción de trabajar con él”, recuerda el hoy responsable del negocio e hijo del fundador.

Posiblemente, esa pasión de padre e hijo por un mismo oficio, las necesidades e inquietudes de la época y el apoyo de la familia fueron lo que llevaron a Salvador Gutiérrez a fundar su propio negocio, “La Casa de las Tartas”. “Cuando mi padre montó este local la gente ya lo conocía y entre los bancos y un hermano de mi madre le ayudaron económicamente a ponerlo en marcha”, cuenta Salvador Gutiérrez hijo. Al principio decidió abrir solo una pequeña tienda en la que ofrecía al cliente los dulces que él y su hijo elaboraban con sus propias manos en “Panadería Siles”, pero unos años más tarde, y ante la buena acogida que tuvo el negocio, decidió apostar aún más fuerte por su idea y crear su propio obrador. “Dio el paso en ese momento porque encontró el apoyo económico que necesitaba y porque antes no disponía del dinero para poder hacerlo, ya que en aquellos años la solvencia económica era mala porque se ganaba poco y se trabajaba mucho”, explica el actual responsable.

Izq.: Salvador Gutiérrez padre con su maestro, Baltasar, y el hijo de éste. Dcha.: El fundador, dos de sus hijos, una nieta y trabajadores en el obrador.

A medida que avanzaban los meses y el negocio iba adquiriendo clientes, Salvador iba apostando por la ampliación e implantación de su empresa. “Poco a poco fue comprando locales hasta lograr la superficie que tenemos actualmente, donde contamos con 450 metros cuadrados”, matiza.

Tradición e innovación.- En los inicios Salvador se encargaba del obrador con sus hijos, los cuales se fueron incorporando poco a poco al negocio, y los empleados que con el paso del tiempo iba contratando, “muchos de ellos fueron aprendices de mi padre”; mientras su mujer se hacía cargo de la tienda. “Los primeros años fueron de mucho trabajo y muchas horas”, destaca Salvador Gutiérrez hijo, quien dio sus primeros pasos en la profesión junto a su padre pero que también se formó durante varios años junto a los mejores pasteleros de la época. “Hice varios cursos tras abrir nuestro negocio y lo que yo había aprendido después lo incorporábamos a nuestras elaboraciones, pero siempre sin olvidar la pastelería tradicional”, explica.

Hoy en día “La Casa de las Tartas” está en manos de los hijos de Salvador Gutiérrez. Tuvo tres y cada uno se ha hecho cargo de un área: responsable de tienda, del obrador y del reparto. Sin embargo, el fundador estuvo hasta los últimos momentos de vida en su segunda casa, en su negocio. Con 86 años, y tras haberse jubilado, seguía pasando por el local para ayudar, a ratos, en las elaboraciones, pero a partir de esa edad tuvo que dejarlo “porque ya le fallaban las piernas”. “Siempre que alguien me pregunta por los inicios del negocio lo que primero se me viene a la cabeza es a mi padre trabajando en el obrador, porque él fue quien me lo enseñó todo y quien estuvo aquí con nosotros ayudando y supervisando hasta los 91 años”, recuerda Salvador Gutiérrez hijo con añoranza y lágrimas en los ojos.

Izq.: Salvador Gutiérrez junto a sus compañeros cuando aún trabajaba en Panadería Siles. Centro: Salvador y esposa, Dolores Pachón, junto a una de sus tartas nupciales. Dcha.: Salvador Gutiérrez padre junto a empleados en plena elaboración de roscones de Reyes.

Sin embargo, parece ser que “La Casa de las Tartas” tiene fecha de caducidad. “Por el momento no hay futuro. No habrá tercera generación, solo serán dos”, señala el actual responsable. Todos los descendientes de los hijos del fundador han emprendido su carrera profesional lejos de la empresa familiar y en oficios totalmente distintos a la pastelería. Además, la esperanza de que alguien ajeno a la familia se pueda quedar con el negocio, por el momento, tampoco parece viable. “Los pasteleros hoy en día enfocan más su carrera profesional hacia la restauración que hacia lo artesano. Además, predomina mucho el dulce congelado y nosotros luchamos contra eso apostando por lo artesanal y por el producto recién hecho, y eso es algo que necesita de mucho esfuerzo y que pocas personas jóvenes hoy en día quieren”, asegura Gutiérrez.

Por el momento, a “La Casa de las Tartas”, que aún permanece en su enclave original en calle Las Bernardas, le quedan ocho años de vida. Un período en el que pretenden seguir apostando por lo artesanal para ofrecer la mejor calidad al cliente, sin pensar en lo que pueda ocurrir una vez que todos los hijos del fundador se jubilen. “Para mí lo importante en este momento es que el nombre de ‘La Casa de las Tartas’ se siga escuchando, de una u otra forma, por mucho tiempo”.

Texto: Juan Moral
Fotos: La Casa de las Tartas