Boato aristocrático Castellano al servicio de una ciudad Patrimonio de la Humanidad

Antonio Salas Sola / Historiador del Arte y
Gestor Cultural.

La conquista Castellana del siglo XIII tiene como consecuencia inicial la repoblación de los territorios conquistados, en primera instancia, con las familias de las huestes que han contribuido a la victoria. Los donadíos ayudan al florecimiento de una nueva aristocracia que se convertirán en promotores de construcciones solariegas, de inspiración lombarda, que transformarán la fisionomía urbana de los alcázares medievales.

Este contexto histórico será fundamental para situar el punto de partida del palacio que nos concierne, en una ciudad como la de Baeza, que tras su anexión a la corona de castilla, en 1237, se convirtió en plaza de realengo, permitiendo desarrollar en sus barrios intramuros empresas arquitectónicas que hoy resultan imprescindibles para comprender el boato arquitectónico y mecenazgo artístico del que gozó esta ciudad jiennense.

Los Benavides, oriundos de León, serán los promotores de esta magna edificación. Su encargo de debe al Señor de Jabalquinto, Juan Alfonso de Benavides Manrique; las trazas del mismo, atribuidas por unos a Juan Guas y por otros a Enrique Egas y con ejecución de Pedro López, encarnan la resistencia del último gótico ante un novel estilo renacentista.

Izq.: Detalle exterior del palacio. Dcha.: patio interior renacentista.

Es por lo tanto el Palacio de Jabalquinto una construcción, que iniciada en el último cuarto del siglo XV, refleja el asiento de una nobleza, cuya estética está en sintonía con los nuevos proyectos arquitectónicos en los que prima: la monumentalidad de las fachadas, portadas singulares, patios porticados y escaleras monumentales.

Es precisamente la monumentalidad de la fachada exterior la que merece una especial atención, tanto por su singularidad como por su trascendencia dentro del arte moderno español. La simetría de la fachada se delimita en los extremos con dos imponentes columnas, rematadas en cuerpo superior por una decoración de elementos, que asemejan ser mocárabes, sobre los que se levanta un cuerpo a modo de balcón pentagonal con incipiente decoración geométrica. La parte central de la fachada responde al tipo fachada tapiz; en ella se pueden distinguir tres niveles repletos de exuberante decoración cuya estética nos recuerda al palacio del Infantado de Guadalajara, especialmente en el uso del motivos de punta de diamante en resalte a lo extenso de la fachada; aunque es notable observar cómo se acentúa sobremanera el estilo “gótico isabelino” en elementos tan reconocibles como arcos conopiales, ventanas germinadas con cardinas y pináculos.

El neófito estilo renacentista se concentra en la parte superior de la fachada con una galería de elementos heráldicos a la valona, los ubicados a la izquierda de la fachada (según se mira) pertenecientes al II señor de Jabalquinto y los de la derecha a su esposa; pequeños elementos decorativos en relieve y una posterior balconada de arcos de medio puntos, esta última construida en el siglo XVI siguiendo la línea marcada en el peristilo clasicista del patio del palacio.

Abandonando la monumentalidad de la fachada nos adentramos en las estancias interiores. El ya mencionado patio renacentista distribuye las estancias internas del palacio, presentado una doble galería formada por arcos de medio con escudos en las enjutas y columnas de mármol. El clasicismo del patio es quebrado en uno de sus extremos por la presencia del cuerpo de arranque de una escalera señorial donde se describen: elementos decorativos de fondas, presencia de estípites que abren paso a la balaustrada del primer cuerpo y antepechos decorados que contextualizan el tránsito del clasicismo renacentista del patio al ornato aristocrático dieciochesco propio del barroco más exuberante.

Detalles del Palacio de Jabalquinto. Fotos: Tornero Fotógrafos (Baeza)

Es precisamente en el primer cuarto del siglo XVIII cuando el palacio deja de ser residencia habitual de los condes de Jabalquino, al ser donado el edificio en 1720 al Seminario de San Felipe Neri, pasando posteriormente a ser denominado seminario menor de la Diócesis de Jaén hasta convertirse, en 1994, en sede de la UNIA, Universidad Internacional de Andalucía, Campus Antonio Machado.

El entorno monumental del palacio le otorga un valor añadido al palacio, tanto por la notable presencia de monumentos: Catedral de la Natividad de Nuestra Señora, Fuente de Santa María, Iglesia de la Santa Cruz, Seminario o antigua sede de la Universidad; como para inspirar, quien sabe, algunos de los versos de “Campos de Castilla” que el citado Antonio Machado escribió durante su estancia en la ciudad Baezana, coincidiendo con la etapa más pródiga de su producción literaria.

Un acercamiento a su historia, por breve que sea, justifica el que este conjunto palaciego ostente la categoría de Monumento Nacional, desde 1931; su inigualable presencia, dentro del conjunto histórico de la ciudad de Baeza, hace que sea cita obligada para el turista; espacio para deleitarse en aquellos que se acercan a la provincia de Jaén para descubrir la esencia de una ciudad, que junto a Úbeda es patrimonio de la humanidad; además de ocupar un lugar privilegiado en el código deontológico de cualquier profesional de la historia del arte.