Más de un siglo ofreciendo la mejor calidad al cliente en la provincia de jaén

En nuestro primer número de “Ayer&hoy” nos hemos acercado a conocer la historia de un negocio centenario y, dicho sea de paso, el más antiguo en su sector en Jaén capital, el cual está regentado por una familia que ha sido y, sigue siendo, muy querida y reconocida en la provincia. Le hablamos de Tejidos El Carmen.

Este negocio vio la luz en el año 1886 a través de su primer propietario, Mariano Roldán Mangas, y era conocido por aquel entonces como: “El Faro, Rueda y Espinosa. Tejidos Nacionales y Extranjeros”. A este mismo negocio, y con tan solo diez años de edad, llegó un joven aprendiz que no dudó un solo momento en reconocer que esa sería su trayectoria laboral, ser comerciante. Empezó desde abajo, desde donde realmente se aprende el negocio, y posteriormente trasladó sus pensamientos al que años después continuaría con el negocio, su hijo. “Si entras desde pequeño sabrás mandar y esa es la forma de aprender”, aconsejaba a su progenitor.

Izq.: carta comercial de El Faro. Rueda y Espinosa. Tejidos Nacionales y Extranjeros de 1922. Centro: varios de los propietarios y empleados en el mostrador del establecimiento. Dcha.: Fachada antigua de Tejidos El Carmen.

Ese joven era Lucas Espinosa, un niño natural de Pegalajar, el menor de siete hermanos, que llegó a la capital con la idea de labrase un futuro. Pero fue en el 1915 cuando, con su socio Ezequiel Rueda, decidieron adquirir el negocio. Un establecimiento que, con sacrificio, la mejor materia prima y mucho saber estar de cara al público, se hizo con una clientela muy selecta de la ciudad y la provincia. Después de la Guerra, Lucas Espinosa se hizo cargo como único administrador del negocio y fue entonces cuando decidió cambiar el nombre y pasó a llamarse lo que hoy aún perdura, Tejidos El Carmen.

Espinosa tuvo cuatro hijos y fue el menor de todos ellos, Francisco, quien continuaría con la segunda generación al frente del comercio. Antiguamente los comerciantes tenían sus viviendas en la parte superior del negocio, por lo que los hijos normalmente tenían un contacto muy directo con el trabajo de sus padres y eso justo es lo que le pasó a Francisco. Tanto contacto tuvo que al final le picó el gusanillo del negocio, entrando a trabajar en el año 1943. Sin embargo, su padre le exigió una formación porque “el comercio es un aprendizaje pero sin estudios no se puede estar”.

Por este motivo, Francisco Espinosa comenzó su enseñanza obligatoria en Los Maristas, para posteriormente, y mientras hacía paquetes y preparaba escaparates en el negocio familiar, sacarse la carrera de peritaje, estudiando por las noches en Granada, la cual ampliaría después con Empresariales en Sevilla.

Según nos cuenta Francisco, la asignatura que más se le resistió fue algebra financiera. Por ello, y debido a que tenía además que compaginarla con su trabajo, tuvo que recibir clases particulares de un profesor que vivía en las conocidas casas de “Las Protegidas”. Finalmente, logró un nueve de nota final. Nos asegura que era buen estudiante y en cinco años finalizó sus carreras, y continuó de forma oficial con el negocio.

Izq.: Foto de antaño dentro del establecimiento. Dcha.: Clientas habituales que frecuentaban Tejidos El Carmen junto a los propietarios y empleados de la época.

En el año 52 conoció a su mujer, Encarnación Choza, con la que formó una familia. Todos sus hijos tienen una carrera universitaria, lo que sin duda supuso un esfuerzo económico que solo se podía solventar con muchas horas de trabajo. Nos cuenta que se montaba en el tren a las ocho de la tarde y a las diez de la mañana ya estaba en la ciudad condal en busca de los proveedores que mejores artículos tenían, en busca de tejidos y paños, lana, algodón, seda, lino y piel, “siempre con una calidad extraordinaria”.

Tejidos El Carmen ha sido y es un paraíso del tejido exclusivo. Durante estos años se han vendido trajes de novia, de fiesta y los mejores abrigos de piel de conejo, de visón o nutria. Además, Francisco ha sido un verdadero hombre de negocios, activo con el tejido empresarial jienense, presidente de la Cámara de Comercio de Jaén y muy participativo en la vida social de la ciudad. Actualmente su hijo Jesús Espinosa es el que continúa con la tercera generación del negocio. Además, recientemente se han mudado desde la calle Maestra, donde siempre estuvo situada, hasta Bernabé Soriano, más conocida como la Carrera. Allí no solo encontraremos las más elegantes telas, mantillas y abrigos de piel, sino también a él, a Francisco, como todos sus amigos le conocen. Un tipo simpático, trabajador, emprendedor, educado, galán y enamorado de su familia, la cual le ha aportado tanta felicidad a su día a día y quizá, según cuenta, por eso pudo desempeñar de esa forma tan eficaz y continuada su labor como comerciante. Ahora, él pasa cada día por su negocio, revisa que todo esté bien, toma su café justo en el bar de enfrente, donde nunca pasa desapercibido, y finaliza cada mañana comprando “sus excelencias”, como así las llama un hombre con un paladar exquisito, que son ni más ni menos que caprichos culinarios en una pequeña tienda del barrio de San Ildefonso.

Texto: Carmen Nieto Martín
Fotos: Tejidos El Carmen