Ordenado, metódico, culto y afable. Estos adjetivos bien podrían definirle. Más que comprometido con su templo y con la cultura, defiende, a capa y espada, el expediente de patrimonio de la joya de Vandelvira. Pese a su labor saca tiempo, con la técnica de los ‘cuartos de hora’, para seguir escribiendo, nutrirse de literatura clásica y viajar. Un ‘todoterreno’ de la fe, en la cual se apoya para solventar los momentos difíciles. Conozcamos al hombre que hay detrás del Deanato, con el corazón dividido entre Jaén y Roma.

“Ha habido creatividad desde la fe para hacer frente a los desafíos”

Pregunta.- Si le parece, comencemos por el principio. ¿Podría detallarme su trayectoria en la diócesis?
Respuesta.- Todo comenzó en el instituto ‘Virgen del Carmen’, en bachiller, mi profesor de religión era Don José Melgares, con el que comencé el trabajo en el archivo diocesano, para posteriormente entrar en el seminario; pudo más la devoción en la elección de mi camino, pese al interés que profeso por la filología clásica, aún hoy día. A partir del seminario se clarificó la vocación: tras esperar el tiempo necesario como diácono, fui ordenado cura, y me fui a Roma para seguir con mi formación en historia. Ya de vuelta a Jaén, en el 87, di clases en el seminario, fui párroco en varios núcleos, ayudaba en la parroquia de Santiago en Jaén…, hasta que desempeñé la secretaría personal del obispo de Ciudad Rodrigo. Tras hacer el servicio militar volví a la diócesis, donde fui párroco en Villardompardo y Escañuela, adscrito del Sagrario, y otra vez a Roma para redactar la tesis doctoral.

Ya de vuelta del Vaticano y de Roma, previa defensa de la tesis doctoral, el obispo don Santiago García Aracil me nombró canónigo, y desde 2007 soy deán de la Catedral; en definitiva, una vida entre la docencia y el servicio de la fe.

P.- Una parte importante de su labor eclesiástica es su faceta como escritor, con cerca de una decena de títulos, aparte de ser archivero e investigador. ¿de dónde saca tiempo para ello?
R.- El rector del seminario me dio una consigna: aprovechar los cuartos de hora. Ser “trapero del tiempo”, ordenarse y ser consciente de programar; no me gusta la improvisación. Con una buena gestión pueden hacerse muchas cosas: libros, artículos…

P.- ¿Qué logros personales, en ese aspecto, tiene pendientes?
R.- A priori, dos libros pendientes de terminar: uno de un ciclo de conferencias que impartí, relativas a la visión divulgativa de la Iglesia desde el concilio Vaticano II hasta el Jubileo de la Misericordia, pero que todavía precisa de los últimos detalles, y que quiero donar a Cáritas para su venta; y también otro proyecto de la religiosidad popular en los primeros siglos de la historia de la Iglesia. Además de viajes a Roma, proyectos pendientes…, no tengo tiempo de aburrirme, pero sí echo de menos mis raíces cuando estoy fuera de Jaén.

P.- Recuerdo, en cierta ocasión, una charla con usted, donde me citó que haría lo que fuera por su catedral… hace ya más de un lustro. ¿Han dado fruto sus esfuerzos, 10 años después?
R.- A mi juicio sí, aunque siempre me gustaría hacer más cosas. La catedral ocupa un puesto dentro de la ciudad muy importante; no hay que olvidar que “culto” y “cultura” tienen la misma raíz. Se olvidó que un templo no sólo es para el culto, sino que la historia y la cultura van unidas con la fe; afortunadamente hemos recuperado esta compatibilidad, aunando cultura y religión.

P.- Las catedrales de Jaén y Baeza, tras varios meses sin acceso al público en general (salvo misas) están abiertas de nuevo. ¿La acogida ha sido la esperada?
R.- En Jaén sí lo ha sido, pero Baeza es algo distinto; hay que tener en cuenta que la catedral de Jaén es un templo “vivo”, no sólo por el turismo, sino por el culto: lo habitual es cerrar un domingo el aforo, que siempre se llena (ahora, al 50 por ciento, hay un cupo de 400 fieles). En Baeza cuesta un poco más, pero confío en que pronto volverá a un ritmo normal, en parte gracias a los circuitos turísticos del patrimonio de la humanidad.

P.- Este “tiempo de parón” se ha aprovechado para poner en marcha estas obras tan esperadas en nuestra querida catedral. ¿Qué mejora principal presentará el templo?
R.- Los “talones de Aquiles” de un edificio son dos: los cimientos y las cubiertas, con sus respectivas humedades. Pese al buen material del que consta la catedral, hay zonas más castigadas, como la fachada este, que sufre los efectos devastadores en una piedra que es más fina, más trabajada, del barroco.

En cuanto a las cubiertas, quedarán perfectamente restauradas, y seguiremos actuando sobre el friso gótico de la cabecera, que cuenta ya con cinco siglos de antigüedad.

P.- ¿Qué maravillas podemos encontrar en nuestras dos catedrales? ¿son conscientes los visitantes de las mismas?
R.- La gente siempre se sorprende; el gran potencial de las dos catedrales es la arquitectura. Tanto en cuanto a dimensiones como en lo que a estilo se refiere. Estos templos cuentan con obras de arte notables, y la gente no es consciente de nuestros tesoros culturales hasta que los conoce en primera persona.

P.- Sin meter el dedo en la llaga, pero el respaldo de las distintas administraciones, en cuanto a la candidatura de patrimonio de la humanidad, ¿ha estado a la altura? ¿qué necesitamos para que se haga realidad este sueño?
R.- Ahora mismo creo que sí. En fechas anteriores no, pues las “rencillas políticas” dificultaron un mayor respaldo conjunto de todas las administraciones, pero actualmente se ha subsanado.
Datos como el interés de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, recientes visitas ministeriales, trabajos con el Consistorio local… hacen pensar que todo va por buen camino para el expediente de patrimonio mundial, todos con el mismo objetivo.

P.- Pregunta obligada, con la que está cayendo… ¿qué hemos perdido en la pandemia? ¿hemos reforzado la fe?
R.- Hemos perdido muchos seres queridos, que se nos han marchado de una manera dramática. Historias desgarradoras como dejar familiares en urgencias, y volver a recoger el bote de cenizas; es atroz.

Pese a que es pronto para evaluar, ha habido creatividad desde la fe para hacer frente a los desafíos; la caridad ha estado presente, pero el miedo al contagio frena el culto de los devotos.

P.- ¿Nuestros paisanos del Santo Rostro son más devotos que los del resto de Andalucía?
R.- Somos una región bastante homogénea, con una religiosidad popular importante. En Cataluña, País Vasco… la situación es terrible; Andalucía es la Comunidad Autónoma con mayor índice de religión en los centros, con un 73 por ciento, y Jaén llega al 80.

P.- Son tiempos de cambios y modernidad. ¿Cómo ve usted la Iglesia en un futuro? ¿Ayuda tener un Papa Jesuita en la Santa Sede?
R.- La Iglesia tiene que ser fiel a sí misma; no puede acomodarse al mundo, pues perdería su capacidad de influencia según los criterios evangélicos. La Iglesia será lo que nosotros, siendo fieles a Jesucristo, queramos que sea.

El Papa, pese ser moderno, no deja de ser un Jesuita clásico. La Iglesia evoluciona, y quién sabe si tendremos un Papa incluso asiático. Europa ya no es el centro del mundo.

Texto y fotos: Manuel Miró