“¿Quién nos ha robado el mes de abril?” cantaba Joaquín Sabina aludiendo a otro asunto, pero que viene a colación porque una cepa mortal de la familia del coronavirus se ha adueñado de nuestro tiempo y de nuestras vidas, eligiendo a capricho el destino de un tercio de la población en el mundo, confinando a millones de personas en sus hogares… Muy pocas veces en la historia de la humanidad nos hemos enfrentado a un enemigo invisible tan mortífero que los historiadores contextualizan ya como la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial.

No obstante, la unidad de todo el planeta debe mandar en esta lucha sin cuartel. En España se encuentran grandes dosis de hazaña y heroísmo de personas anónimas que, desde sus profesiones, desde sus empresas o desde sus casas de forma voluntaria y altruista, movidos por el ánimo de que vamos a salir victoriosos y por la solidaridad hacia sus semejantes, hacen lo posible y lo imposible por salvar vidas, por protegerlas, por seguir creando riqueza, por continuar la producción, distribución y venta de alimentos y medicinas, o por dibujar una sonrisa en el rostro de los niños.

La cronología de una pandemia global.- Nadie conocía la repercusión de esta epidemia originada por una nueva cepa de coronavirus provocando la neumonía COVID-19, que registró los primeros casos en el mes de diciembre de 2019 en Wuhan (China), capital de la región de Hubei en el centro del país, con una población de once millones de personas. Aquella crisis sanitaria en el lejano oriente era vista en el mullido occidente como algo ajeno, aunque era objeto de elogio la construcción de hospitales en apenas diez días. La estadística oficial registró en China más de 82.000 casos, 77.700 recuperaciones y 3.200 muertes, aunque más tarde se ha reconocido que eran muchas más. El virus se extendió por el sudoeste asiático, Tailandia, Corea del Sur…, aunque en apenas una semana se registraron los primeros casos en Oriente Medio, Europa y Estados Unidos. Italia fue el punto de partida de la adopción de fuertes medidas para combatir la pandemia en la Unión Europea. En la actualidad, los países con más fallecidos son Estados Unidos, Italia,  España, Reino Unido, Irán, Bélgica, Alemania, China y Países Bajos.

En España, el primer fallecido se registró el 13 de febrero pero no fue hasta un mes más tarde, el 14 de marzo, cuando el Gobierno decretó el estado de alarma en todo el país, lo que supuso el confinamiento de millones de personas en sus hogares (la suspensión de clases en colegios y universidades ya se había realizado un día o varios días antes según las CCAA), exceptuando los trabajadores de servicios esenciales en hospitales, centros de salud, farmacias, supermercados, tiendas de alimentación, panaderías, transporte, etc., y permitiendo a los ciudadanos la salida a la compra, a la farmacia, al banco o el paseo del perro. Dicho estado de alarma se ha prorrogado en tres ocasiones hasta el 9 de mayo con la opción a partir del 26 de abril de que los niños de hasta 14 años puedan salir a dar un paseo. España ha sido uno de los países con medidas más drásticas de toda la Unión Europea.

Madrid y Castilla-La Mancha están siendo dos de las comunidades autónomas más castigadas, especialmente en las residencias de personas mayores, aquella por número absoluto de contagiados que llegó a colapsar el sistema sanitario, y la región castellano-manchega por tener una de las mayores proporciones de fallecidos por cada 100.000 habitantes. España entera vio cómo en apenas unos días se creó, con la ayuda del Ejército, ingenieros, fontaneros, electricistas y un equipo humano increíble, el mayor hospital del país en Ifema, donde se han atendido casos de Covid-19+ (infección por coronavirus confirmada positiva), se han instalado Ucis e incluso se han realizado intervenciones quirúrgicas como traqueotomías.

La cara de nuestros héroes y heroínas.- Si alguien se merece el apelativo de héroes, sin duda son los médicos y todos los profesionales sanitarios que cada día se juegan la vida para salvar la vida de los demás. El lema instalado estos días de ‘Protégete para proteger a los demás’ a duras penas lo podían cumplir al principio de la pandemia por la falta de material existente y el consi­guiente contagio y muerte, en ocasiones, de estos valientes profesionales que trabajan en primera línea.

Pero ellos también son humanos y viven con miedo, no por el trabajo, sino por llevar el virus a casa y contagiar a parejas e hijos.

Así lo cuenta Ana, enfermera de un centro de salud que añade que “aunque no bajemos la guardia en las medidas de protección, nos daría mucha tranquilidad si nos hicieran un test, para saber lo que tenemos entre ma­nos, con qué contamos y qué nos jugamos en esta guerra biológica”. En su centro de salud uno de los médicos tiene Covid+, por lo que el resto de facultativos se dedica a pacientes respiratorios, salidas a domicilio y consultas telefónicas y si no hay salidas ni pacientes respiratorios, todos ellos, tam­bién la Enfermería, se dedica a hacer se­guimiento de pacientes Covid confirmados y sintomáticos. Enfermería sigue atendiendo curas, control de sintrom, inyectables y ana­líticas, aunque en este caso solo las urgentes. En las salidas, Ana utiliza su coche particu­lar, protegiendo su vehículo y ella misma porque hay personas Covid­19+. Se ha com­prado un traje de agua y lleva bata, guantes, calzas, mascarilla, gafas de protección, gorro y pantalla protectora; también ha adquirido una máquina de desinfección por ozono. Al salir del trabajo, toma todas las precauciones para no contagiarse, y en casa, nada más abrir la puerta, debe despojarse de toda la ropa y calzado para ir directamente a la du­cha y poder así, al menos, estar con su fa­milia. Finalmente, Ana, cuatro días más tarde de la conversación con Ayer&hoy em­pezó a encontrarse mal, le llevaron al hos­pital y tras un test rápido dio positivo, siendo aislada en su domicilio, con la incertidumbre de no saber si su familia está contagiada o no por no haberles hecho un test.

Sin desaliento, con disciplina y cariño.- Francisco dio positivo en los primeros días de pandemia. Como periodista, seguía trabajando para contar la información de primera mano, llegando, como sus compañeros, a lugares donde el foco del virus era especialmente importante. “Estuve bastante fastidiado, me dijeron en el hospital que tenía una neumonía galopante y estuvieron a punto de intubarme porque la saturación de oxígeno en sangre era muy baja”, cuenta Francisco que solo tiene palabras de elogio hacia los médicos y sanitarios que le atendieron, “practican una medicina de guerra pero en ningún momento vi desaliento, solo trabajo constante con muchísima disciplina y cariño hacia los pacientes”. A toro pasado y aislado en su casa, reflexiona sobre lo ocurrido y cree que nadie, ni ciudadanos ni dirigentes, eran conscientes de lo que se nos venía encima, “esto era mucho más de lo que se decía al principio”, pero lo importante ahora es respetar las medidas de confinamiento o de desescalada cuando se produzcan porque, según resalta, “debemos ser conscientes de que nuestra irresponsabilidad puede conllevar el contagio e incluso la muerte de nuestros seres queridos”.  La lectura post-pandemia también puede ser positiva, piensa Francisco, “si somos capaces, cuando termine todo esto podemos ganar en solidaridad, en comprensión hacia los demás, dando prioridad a valores diferentes a los existentes algo infantilizados y con pies de barro”.

El farmacéutico, el sanitario más cerca del ciudadano.- Un servicio esen­cial es el de la Farmacia, donde sus profe­ sionales trabajan en circunstancias excepcionales atendiendo en oficina y por teléfono muchas llamadas y consultas de pacientes. Como bien indica Javier, “somos los profe­sionales de la salud más al alcance del ciu­dadano por lo que intentamos dar servicio y solucionar las necesidades de las personas”. El estado de alarma, aparte de cumplir escrupulosamente con las medidas de seguri­dad, protección y limpieza para las personas y para sí mismos, ha hecho que algunas me­didas se flexibilicen con el fin de llegar a toda la población, como la de llevar medi­cinas a domicilio “en muy contados casos” y gracias al apoyo de Cruz Roja a nivel na­cional y, en su municipio en concreto, al Ayuntamiento que ha destinado algunos ope­rarios al reparto de comida y medicinas en unos pocos hogares.

Como en cualquier botica, en la suya no contaban al principio con existencias de guantes ni mascarillas para la venta al pú­blico, sí para protección personal de él como titular y sus cinco auxiliares de farmacia. Durante el confinamiento, Javier ha tenido que hacer virguerías para poder encontrar y suministrar mascarillas y guantes, priori­zando el dar servicio a la población. Ahora, cuenta, “tengo pedidas mascarillas a China, no es mi proveedor habitual, a 2­2,50 euros y he puesto 3 euros de venta al público, si ahora el Ministerio de Sanidad dice que a 0,96 cada mascarilla quirúrgica, pues tengo pérdidas, estás un poco entre la espada y la pared, jamás como farmacéuticos habíamos vivido esta situación”.

Javier recomienda a todos los que se acer­can a su botica el uso de mascarillas e insiste mucho en la higiene, en mantener la distancia de seguridad, en no tocarse la cara ni frotarse la nariz, los ojos o la boca, “creo que en general no hay cultura de lo esté­ril ni de la asepsia en las personas, creo que al final todos pasaremos la enfermedad, de ahí la importancia de mantener de forma continuada y durante mucho tiempo, por no decir siempre, el lavado frecuente de ma­nos y la distancia social preestable­cida”.

En cuanto a los abastecimientos de medicamentos, reconoce que los primeros días de pandemia, como ocurrió en los supermercados, hubo un poco de pánico y empezó a faltar paracetamol y vitamina C sobre todo y las cooperativas farmacéuticas em­pezaron a racionalizar los pedidos. No obstante, en el presente no hay ningún problema en este aspecto. También con el paso de los días de confinamiento han aumentado las ventas de productos naturales sin re­ceta para la ansiedad, el estrés o para poder conciliar el sueño, como va­leriana, pasiflora, melatonina…

Tú me proteges, yo te cuido.- Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Protección Civil, Ejército, Unidad Militar de Emergencias, Bomberos, Policía Local son los nuestros ángeles de la guarda velando por nuestras vidas y nuestra seguridad, garantizando el orden y dando aliento a la población, a los que se suman los cientos de operarios municipales y de otras entidades (jardines, limpieza, basuras…).

En representación de todos ellos hemos recogido el testimonio del inspector del Cuerpo Nacional de Policía José Blasco. Él, como el resto de nuestros ángeles, sabe de la importancia de quedarse en casa y no bajar la guardia porque el coronavirus no se relaja. Reconoce que es un tremendo esfuerzo “que queremos reconocer y agradecer a la población”, aunque no siempre todo el mundo respeta el confinamiento, en un mes han hecho más de 400 controles con más de 2.000 sanciones.

La mejor parte de su trabajo viene cuando las patrullas recorren los hospitales, los centros de mayores, de discapacitados, las calles… con el ruido de las sirenas en todo lo alto arropando a los sanitarios y a los trabajadores para que no desfallezcan o también felicitando a algún cumpleañero/a. En este sentido, recuerda el caso de una niña de 11 años que estaba algo triste, según transmitió su padre. Cuando acudieron tres patrullas a su calle, los sorprendidos también fueron los agentes, que recibieron una tarta de cumpleaños de manos de la niña. Este gesto no es aislado, reconoce el inspector, ya que son numerosas las muestras de solidaridad hacia el Cuerpo Nacional de Policía, bien a través de la entrega de material de protección o de bebidas por parte de empresas. Al término de cada jornada este policía, como colectivo de riesgo, vive desde hace un mes aislado de su mujer, que padece asma.

Del campo a la mesa.- Junto con los medicamentos, el abastecimiento de productos para la cesta de la compra ha sido otro de los servicios garantistas en esta cuarentena. Agricultores, ganaderos, pescadores, transportistas, mercados, supermercados, tiendas de alimentación, pescaderías, carnicerías, panaderías no han flaqueado por la crisis sanitaria, todo lo contrario, han continuado al pie del cañón, por su trabajo, su economía, por su vida, la vida de todos… Eva tiene una panadería en pleno centro de la ciudad. Ahora cierra a las 2, en cuanto cierra el mercado que tiene cerca, porque después ya no se ve un alma por las calles. Cuando abre por la mañana deja la puerta abierta para que nadie toque la manivela, el mostrador lo ha corrido un poco hacia adelante para guardar la distancia de seguridad, cada poco se lava las manos con hidrogel, cualquiera puede hacerlo, y rocía la caja y el mostrador con un desinfectante. Confiesa que ahora vende un poco más de pan aunque de forma más desorganizada, pues la gente no acude todos los días y cuando lo hace se llevan 5 o 6 barras de pan para toda la semana, lo que sí vende más es harina y levadura, la gente cocina más pan y dulces en casa.  Como deseo, Eva no pide poder salir a tomarse una caña, sino que baje la cifra de fallecidos por Covid-19, “es lo único que pido, que no se muera tanta gente, me pone muy nerviosa y triste ver la cantidad de personas que nos están dejando”, concluye.

La generosidad de los hombres del campo y la ganadería es tremenda, enfatiza el secretario provincial de Asaja, Florencio Rodríguez, ya que continúan al pie del cañón, en los campos o desinfectando las calles, “el Gobierno se ha dado cuenta de la importancia del sector primario, produciendo con calidad y garantías, es el primer eslabón de la cadena y la España rural necesita a esos agricultores y ganaderos que abastecen a toda la sociedad, son vitales, por lo que no estaría de más que la Administración empezara a corregir las deficiencias históricas que ha tenido el sector”.

En materia interna, el campo sufre las incidencias de la pandemia del COVID-19, además de la posible falta de mano de obra en la recolección de próximas cosechas y el desconcierto que ha habido en ciertas normativas como la de la movilidad en el trabajo. La ganadería ha sido más perjudicada por la no recogida de corderos ni leche en los comienzos de la crisis sanitaria. De cara al futuro es donde se plantean los principales problemas, apunta Rodríguez, ya que el canal Horeca prácticamente ha desaparecido, tampoco hay turismo, las exportaciones se están haciendo a cuentagotas, lo que deriva en la caída del consumo en algunas producciones, desajustes y estrangulamiento de precios dificultando la planificación y economía de las explotaciones.

El transporte también está siendo otra actividad esencial para llevar los productos del campo al mercado. Jesús es el chófer de un tráiler que hace rutas por toda España y Portugal. El pasado 22 de abril llevó una carga de zumos de J. García Carrión a Gerona y de vuelta trajo mascarillas para Alcázar de San Juan y material para Valdepeñas. Como el resto va protegido con mascarilla y guantes, aunque en algunas empresas prefieren que no pase realizando ellos mismos la carga o descarga. Independientemente de que haya pandemia o no, Jesús está acostumbrado al duro trabajo del transporte, sin navidades cuando otros sí las tienen. Lo que no es tan normal ahora es ver las autovías casi vacías y los restaurantes cerrados, por lo que agradece “el servicio de comidas en muchas gasolineras, o el servicio de café y bollos gratis en las empresas donde cargamos y descargamos… aunque llevo siempre comida precocinada para calentar; a la hora de dormir, el camión es también el dormitorio, pero lo peor es el aseo personal, en mi caso me lavo un poco con el barril de agua que llevamos”, cuenta.

Mientras Jesús va de camino a Alcázar de San Juan para que no falten mascarillas, el resto de la sociedad seguimos caminando hacia la salida, el desconfinamiento, la de­ sescalada o la nueva normalidad, que esas son las palabras como se ha bautizado la vuelta a la vida, con el deseo, como Eva, de que un día salga el sol y no haya más muer­tes por coronavirus, de que se haga un gran duelo oficial por esas decenas de miles de personas fallecidas, de que haya material de protección homologado suficiente para los valientes en esta guerra y que haya test válidos para evitar la propagación y el con­tagio de este bicho infernal.

Balance y reflexión de la situación sanitaria en Jaén

Dr. Gerardo Pérez Chica / Vicepresidente 1a Colegio de Médicos de Jaén

El pasado 31 de diciembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó por primera vez de la existencia del actual brote de enfermedad por Coronavirus, surgido en la ciudad de Wuhan (China). Durante estos meses, este virus se ha caracterizado por su elevado poder de contagio, lo que ha obligado a modificar y adaptar rápidamente los protocolos médicos de ac­tuación frente a este enemigo común.

En lo que respecta a nuestra provincia, es preciso resaltar que ocupamos el cuarto lugar dentro de Andalucía tanto en la cifra de pacientes como de profesionales sanitarios contagiados por el coronavirus. Dichas situaciones persisten a día de hoy (el artículo fue enviado el 27 de abril), entre otras razones, debido a la falta de test de diagnóstico rápido y de equipos de protección individual idóneos, que deberían haber sido proporcionados cuando correspondía por parte de las autorida­des del Gobierno Central. Han sido muchos los años requeridos para establecer y consolidar en España un Sistema de Salud universal, igualitario y solidario. Por ello, los profesionales de la Medicina en nuestra provincia nos sentimos profundamente agradecidos, respaldados, animados y unidos a la sociedad jiennense en esta lucha frente al COVID­19, a la que orgullosamente servimos, conservando de manera intacta nuestro compromiso, integridad y vocación de servicio a toda la ciudadanía de Jaén y provincia, ya que este ha sido, es y será siempre nuestro principal obje­tivo.

“La lección, la importancia de tener una Sanidad bien dotada; lo negativo, la excesiva mortalidad”

Soy José Enrique Solas Hernández, Enfermero especialista en Enferme­ría de Familia y Salud Comunitaria. Tra­bajo en la Unidad de Gestión Clínica de Martos, en los Consultorios de Las Ca­sillas y La Carrasca. Desde la Atención Primaria, en las peores semanas de la pandemia, se ha realizado un riguroso trabajo de contención de la epidemia por el COVID­19.

Desde los primeros días del Estado de Alarma, nuestros Protocolos ­con adap­tación diaria­, han incidido directamente en mantener a la población en sus do­micilios mediante un sistema eficaz de control y segui­miento telefónico. Así como el seguimiento de la población crónica más vulnerable inten­sificando las visitas domici­liarias. Todo ello, junto al se­guimiento telefónico de pacientes sospechosos y/o confirmados.

De igual forma, hemos in­corporado las consultas de Acto Único para pacientes con patología respiratoria, así como, mediante un eficaz sis­tema de triage (clasificación), se ha evi­tado la aglomeración de pacientes en los centros y la creación de un circuito pro­pio de cribado para pacientes sospecho­ sos y/o con patología compatible con in­fección por COVID­19. Todo ello, gracias a la concienciación y colabora­ción ciudadana que, desde un primer ins­tante, ha entendido y permitido adaptar la gestión en la Atención Primaria.

Con respecto al material de protec­ción, nos está llegando con cuentagotas, no habiendo mascarillas, guantes ni equi­pos de protección individual suficientes como para llevar a cabo las recomenda­ciones del Ministerio de Sanidad; de­biendo reutilizar y desinfectar las pren­das individuales de cada profesional, tras cada actuación y/o aviso domiciliario. Para ello, entre otros, hemos contado con la inestimable colaboración ciuda­dana y del tejido empresarial de la zona.

Esta pandemia marcará definitiva­mente nuestras vidas, con un antes y un después. Pero como todo, tiene tanto sus aspectos positivos, como negativos.

Los positivos…. ­

– Una mayor concienciación en la racio­nalización de los recursos sanitarios. ­

– La importancia de tener unos servicios sanitarios bien dotados y con capaci­dad de autosuficiencia. ­

– La importancia de mantener e incre­mentar recursos económicos suficien­tes a proyectos de investigación. ­

– Una mayor solidaridad y corporati­vismo ciudadano y empresarial.

Los negativos…. ­

– La excesiva mortalidad. ­La falta de previsión epidemiológica de un País, aparentemente democrá­tico y desarrollado, sobre todo con las personas mayores. ­

– Falta de previsión en la gestión de una crisis, previsiblemente desbordante. ­

– Un importante detrimento de la Salud Comunitaria.

Finalmente para garantizar que la de­sescalada sea lo más efectiva posible de­ bemos continuar con el espíritu de responsabilidad individual y colectiva, higiene, distanciamiento social y hacer uso de las medidas de protección, como las mascarillas. Todo ello, mientras no haya capacidad de hacer test a la mayor parte de la población y, sobre todo, hasta no se tenga un tratamiento y una vacuna eficaz frente a este patógeno.

 

Texto: Ayer&hoy Fotos: Pilar Piñero, Pixabay, Wikipedia, Colegio de Médicos y de testimonios