Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

Al morir Fernando VII (1833) se inició el proceso hacia el nuevo modelo de sociedad de clases, que sustituía a la sociedad estamental del Antiguo Régimen. La ley garantizará la igualdad jurídica de todos los ciudadanos, pero esto no erradicó la desigualdad. Se configura una sociedad, en la que los individuos ascenderían o descenderían según sus propios méritos, al estar ausentes los privilegios jurídicos. La propiedad será el requisito para tener derechos políticos y la participación política de los ciudadanos quedaría regulada por el sufragio censitario, de modo que, si bien en el esquema liberal todos eran ciudadanos, en la práctica, unos tenían más derechos que otros.

La nueva sociedad se estructura en distintas clases.

Clases dirigentes suponían un 5% de la población y dentro de ellas podemos distinguir:

  1. La alta burguesía. Isabel II pudo ganar la guerra civil y asentarse en el trono gracias al apoyo de la nueva burguesía, que aprovechará la situación para ascender al poder y construir un Estado a su medida. Era una burguesía «aristocratizante», que por la vía del matrimonio o mediante la concesión de nuevos títulos pretendía ennoblecerse.
  2. La aristocracia: aunque entonces aparecía como una reliquia del Antiguo Régimen, mantenía, aún, un protagonismo social, gran poder económico e influencia política.
  3. La Iglesia. La desamortización de sus bienes le privó de buena parte de sus riquezas y con ello perdió poder político y pasó a depender económicamente del Estado.
  4. El Ejército. Los militares controlaron la política y participaron en los gobiernos. Así comenzó el denominado «régimen de los generales», que duraría prácticamente hasta 1868. La alta burguesía y las clases medias los aceptaron porque eran una garantía para la guarda de su propiedad.

Clases medias constituían un 15% de la población y en ellas se incluía una variada mezcla de políticos, funcionarios, propietarios agrícolas, empresarios industriales… Eran los nuevos representantes de las clases acomodadas, interesadas en que hubiera orden y paz para los negocios de la nueva economía. Pertenecían a un sector que, a veces, quedaba fuera del censo, cuando gobernaban los moderados, pero que, en ocasiones, sí conseguían gozar de ese derecho.

La pequeña burguesía constituye el grupo más amplio de las clases medias y, según las circuntancias, su frontera con las clases bajas será difusa. Son defensores de la propiedad privada, de los derechos individuales, de la participación política y de la nueva economía industrial.

Clases bajas: Después de su notable protagonismo en la Guerra de la Independencia, el liberalismo burgués relegó a un segundo plano al elemento popular y así permaneció durante décadas.

En el ámbito urbano destacan los obreros (5% de la población), que padecerán bajos salarios, largas jornadas, alta siniestralidad, trabajo infantil y mínimas o inexistentes coberturas sociales. Como en otros lugares de Europa sus primeras protestas se dirigieron contra las máquinas (luddismo). Más adelante se formarán Asociaciones obreras espontáneas y la primera en ser legalizada fue la Asociación Mutua de Tejedores de Barcelona (1840). La primera Huelga general se inició en Barcelona en el verano de 1855, liderada por el sindicato «Unión de Clases», que reivindicaba aumento de salarios y jornada de 10 horas. Se extendió a otras ciudades como Salamanca, Alcoy y Antequera. Fue la primera huelga general de la Historia de España y fue duramente reprimida.

En 1864 se celebra en Londres la I Internacional a la que asisten algunos españoles, que en 1865 promoverán en Barcelona el Primer Congreso de Asociaciones Obreras, aunque únicamente participaron las catalanas. En 1868 Fanelli trae a España las ideas anarquistas, que serán dominantes entre los campesinos andaluces y los obreros catalanes. En 1871 llega a España Lafargue, cuñado de Marx, y difunde el marxismo en la sección madrileña de la AIT.  En 1873 los anarquistas se unen a los movimientos revolucionarios de los cantones, pero todo acaba en un rotundo fracaso. En 1881 Sagasta vuelve a legalizar los sindicatos y en 1888 Pablo Iglesias funda el sindicato socialista UGT.

El campesinado suponía el 75% de la población, vivía anclado en sus tradiciones y era reticente a las innovaciones que venían de las ciudades. La situación tan precaria en la que vivía buena parte del campesinado provocó el estallido de revueltas campesinas: 

    1. En los años 30 se producen las primeras revueltas campesinas en Andalucía, con la destrucción de cosechas y la ocupación de tierras de la nobleza.
    2. En 1846 se produce una sublevación campesina en Cataluña en el marco de la Segunda Guerra Carlista o Guerra dels Matiners (1846-49). 
    3. Sucesos de Utrera y Arahal (1857). Revuelta de campesinos al grito de «mueran los ricos». Asaltan un cuartel de la Guardia civil. Los disturbios se extienden al norte de la provincia de Málaga. Son reprimidos por el ejército y fusilados.
    4. Sublevación de Lojarevolución del pan y queso (1861). Dirigida por el veterinario Rafael Pérez del Álamo que movilizará al campesinado al grito de “viva la república, muera la reina”. Tomarán los pueblos de Molina (Málaga) e Iznajar (Córdoba). Forman un ejército de 10.000 hombres y ocupan Loja (feudo de Narváez). Se extiende por las comarcas vecinas, pero el ejército les derrota y muchos son ejecutados, Rafael Pérez huye y se esconde en Madrid. Un año después, la reina amnistía a todos, incluido Rafael Pérez, que acabará creando agrupaciones de tipo socialista.

 

Imagen superior: Busto de Rafael Pérez del Álamo en Loja, Granada. Wikipedia