Antonio Salas Sola / Historiador del Arte y
Gestor Cultural.

Es Andújar ciudad solariega de noble arraigo. Su legado arquitectónico conservado permite observar la influencia manierista y barroca sobre una ciu­dad de tejido urbano medieval. La envidia­ble posición geográfica Isturgitana obligó a desarrollar un sistema defensivo de notable trascendencia medieval en varias fases constructivas que abarcan los siglos (IX-­XV), hoy muy mermado, pero aún visible. Tras la ocupación cristina y la posterior llegada de las nuevas tendencias arquitectónicas de influencia italiana se produce un abandono paulatino del sistema defensivo a favor de la construcción de palacetes o casas sola­riegas de aquellos hidalgos herederos de la conquista cristiana. Este desarrollo urbano moderno con el correspondiente marco so­cial y político adyacente, nos sitúan en el contexto histórico del bien cultural que nos atañe: el Palacio de los “Niños de Don Gome”. El nombre de tan singular arqui­tectura deriva del mecenazgo ejercido por Don Gome de Valdivia y Cárdena, hidalgo caballero de la Orden de Alcántara que consiguió gracias a su privilegiada posición social y económica el título de Regidor perpetuo de la villa de Andújar, municipio donde ejercerá su mecenazgo en las primeras décadas del siglo XVII edificando los ele­mentos aún visibles y más reco­nocibles del palacio ubicado en la noble calle Maestra, singular cons­trucción no ajena a la leyenda, por la cual el palacio pasará a ser co­nocido como: “Los Niños de Don Gome”.

 

Izq.: Uno de los atlantes de fachada. Dcha.: Escudo familiar en las caballerizas.

 

Entre las principales particularidades que tiene el palacio merece especial mención el retranqueo de la portada respecto a la men­cionada calle Maestra. Varios aspectos po­demos relacionar con esta singular disposi­ción. En primer lugar la verticalidad de la fachada, en forma de torre, que obliga a un forzoso retranqueo para observar el vian­dante la monumentalidad de la misma en un golpe de vista; de otro lado la adaptación a las estructuras medievales del entorno donde se construye el palacio, que pudieron condicionar en parte su ubicación. La planta del conjunto palaciego, ajena a los condi­cionantes de la fachada, destaca por su plan­teamiento clásico articulada en torno a un patio central, de planta regular sobre el que se articulan las estancias en dos alturas dis­tribuidas tras las galerías de arcos de medio punto con columnas toscanas y escudos en las enjutas.

 

Izq.: Torre­-portada del Palacio de los Niños de Don Gome. Centro: Un detalle de imponentes relieves de dos águilas y un glifo con las alas extendidas sobre la fachada. Dcha.: Patio interior del palacio. (Fotos: Cedidas por el Ayuntamiento de Andújar)

 

Las sucesivas modificaciones llevadas a cabo por los beneficiarios del palacio, entre ellos, Marqués de Sotomayor o Marqués de Valenciana, van transformando trazas y utilidad de los espacios en virtud de las nue­vas tendencias artísticas y las necesidades de tan notorios propietarios. Estos cambios se acentúan incluso a finales del siglo XX tras la adquisición del palacio, en 1989, por parte del consistorio andujareño, cuya adecuación y eliminación de espacios anexos acentúan aún más la monumentalidad de la fa­chada-­torre, otorgando mayor vi­sibilidad a una clásica portada lateral en doble altura con arcos toscanos, convertida actualmente en la zona habitual de acceso y anexa al espacio de las caballeri­zas, cuya notoriedad es mani­fiesta. Mención especial, por su despliegue artístico, merece la torre convertida en fachada orien­tada a la calle Maestra. De planta cuadrada presenta en su lectura vertical un elegante facto manierista no ajeno a las nue­vas formas de un neonato barroco. En su cuerpo inferior, almohadillado, dos colum­nas toscanas flanquean un adintelado vano de acceso. Un segundo cuerpo donde pre­domina una balconada central rematada con frontón curvo partido en cuyo interior pre­senta el escudo de Cárdenas. Esta balconada distribuye simétricamente, a ambos lados, elementos artísticos entre los que destacan dos atlan­tes sobre línea de cornisa, encima de los cuales se pre­sentan sendos escudos, de Figueroa y Valdivia, a iz­quierda y derecha respecti­vamente, coronados, junto al anteriormente mencio­nado de Cárdenas, por dos águilas y un glifo. Rema­tando la parte superior cinco ménsulas prominentes ele­van un cuerpo de cornisa re­matado por cinco elementos heráldicos alusivos a los lazos matrimonia­les y linaje de los ya mencionados hidalgos. Más allá de su monumental fachada, in­teresante resulta las infraestructura que en­contramos en los sótanos del palacio, con una serie de estructuras abovedadas en la­drillo que conectan con unas galerías sub­terráneas interconectadas que recorren el subsuelo isturgitano. Actualmente ciego el acceso a esas galerías, el sótano es sede de la “Casa del Alfarero”, un espacio donde se presenta al turista la tradición y evolución de la práctica cerámica en la ciudad, here­dada de aquellos alfares romanos de Isturgi que fueron referencia en Hispania.

 

Este palacio, tras ser sede de la Universi­dad de Otoño, actualmente se ha convertido en un espacio cultural de referencia para la ciudad de Andújar. La amplitud y versatili­dad de espacios tanto exteriores como inte­riores le permiten conjugar el ser sede de colecciones permanentes como la ya refe­renciada “Casa del Alfarero” o la del Museo Arqueológico “Profesor Sotomayor”, con otras programaciones efímeras como expo­siciones temporales, audiciones, conciertos, conferencias y eventos multidisciplinares. Este Bien de Interés Cultural es uno de los espacios históricos artísticos imprescindi­bles en la visita a la ciudad de Andújar, su entorno, continente y contenido son un libro abierto para profundizar en la historia de la ciudad Isturgitana.