Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

La presencia de homos en la Península Ibérica está atestiguada desde hace unos 1,3 m/a, concretamente en dos áreas: Orce y, sobre todo, la Sierra de Atapuerca. Estos restos humanos corresponden a una especie humana primitiva que evolucionaría hacia el Homo antecessor, también documentado en Atapuerca desde hace unos 800.000 años.

Desde hace unos 500.000 años se documenta el Homo heidelbergensis, del que se han recuperado numerosos restos en la Sima de los Huesos (Atapuerca). Esta especie evolucionó hacia el Hombre de Neanderthal, que apareció hace unos 200.000 años y que está representado en yacimientos como Carigüela (Granada) y Gibraltar. Los neandertales vivieron durante el Paleolítico Medio, eran de constitución robusta, tenían una capacidad craneal superior a la nuestra y desarrollaron la cultura musteriense.

El Homo sapiens llegó a la Península Ibérica hace unos 40.000 años y convivió con los neandertales unos 10.000 años, hasta que los reemplazó. El Homo sapiens desarrolló durante el Paleolítico Superior una cultura muy evolucionada y realizó destacadas expresiones artísticas como las pinturas rupestres, entre las que sobresalen las de Altamira. En estas pinturas predomina la representación de animales y se considera que podrían formar parte de rituales de fertilidad y fecundidad.

Hace unos 10.000 años se inició el Holoceno, etapa geológica en la que vivimos, caracterizada por un clima más suave. Los seres humanos debieron adaptarse a este cambio. Se inicia así el Epipaleolítico, en el que se mantiene una economía basada en la caza y la recolección, pero adaptada a las nuevas circunstancias, y se desarrolló el microlitismo. Apareció el arte levantino, caracterizado por su esquematismo y el protagonismo que adquiere la figura humana.

A partir del VI milenio a.C. llegaran a la Península Ibérica desde Próximo Oriente la agricultura y la ganadería, iniciándose así el Neolítico. Se desarrolla el sedentarismo y se introducen innovaciones como el pulimento de la piedray la cerámica. A finales del neolítico empiezan a realizarse construcciones elaboradas con grandes piedras, cuya función será básicamente funeraria. Se trata de la denominada arquitectura megalítica.

A partir de finales del IV milenio a.C. se documenta la metalurgia en la Península Ibérica con el trabajo del cobre durante el Calcolítico, etapa en la que destaca el fenómeno conocido como Vaso Campaniforme, un tipo de cerámica con llamativa decoración, que se asocia a ritos vinculados a las elites.

Desde comienzos del II milenio a.C. se generaliza el uso de la aleación de cobre y estaño, que da lugar a la Edad del Bronce, en la que se produce un incremento de las fortificaciones y un aumento de las relaciones comerciales. Destacan culturas como El Argar, el Bronce Levantino y el Bronce Manchego. Se desarrolla la Pintura Esquemática, en la que destacan las pinturas de Fuencaliente.  En la etapa final del Bronce llegarán influencias indoeuropeas, que se ponen de manifiesto en la cultura de los Campos de Urnas en el cuadrante nororiental de la península, que impulsa la introducción de la incineración en el ritual funerario.

 Protohistoria

Desde comienzos del I milenio a.C. se producen los primeros contactos entre indígenas peninsulares y comerciantes fenicios y griegos, que favorecen la llegada a la Península Ibérica de innovaciones como la metalurgia del hierro y el torno alfarero. Estos mercaderes fundarán colonias como Gadir (fenicios) y Emporion (griegos), destacando, además, sus relaciones con Tartessos, en el sudoeste peninsular. La prosperidad de esta cultura se debía a su riqueza agrícola, ganadera y minera, y dio lugar a extraordinarias producciones de orfebrería como el tesoro del Carambolo.

La influencia fenicia y griega impulsó a partir del siglo VI a.C. la aparición de la cultura ibérica, constituida por un variado conjunto de pueblos como los contestanos, bastetanos y oretanos, cuya economía se basaba en la agricultura y la ganadería, pero también fue importante la minería y la artesanía. Desarrollaron notables núcleos de carácter urbano, adoptaron el ritual funerario de la incineración y destacaron sus producciones cerámicas, metalúrgicas, de orfebrería y escultóricas, como la Dama de Elche o la Bicha de Balazote.

El área central y occidental de la Península corresponde al ámbito celtíbero, formado por pueblos como los arévacos, titos, vettones…Su economía se basaba en la agricultura y, sobre todo, en la ganadería, con escaso desarrollo del comercio y de la moneda. En la expresión artística destacan las esculturas de verracos.

En el noroeste se desarrolló la cultura castreña caracterizada por poblados fortificados (castros) ubicados en zonas elevadas, en cuyo interior se disponen casas circulares, cuyos habitantes se dedicaban preferentemente a la ganadería y desarrollaron una llamativa orfebrería.

En la fotografía superior: Reconstrucción del cráneo de Homo antecessor a partir de los fragmentos hallados (Museo de Arqueología de Cataluña en Barcelona). Wikipedia