Trovador de la historia de la Villa de Arjonilla

Antonio Salas Sola / Historiador del Arte y
Gestor Cultural.

En tierra de notables canteras de arcilla se extiende una fortaleza en piedra que constituye un signo de identidad para propios y extraños. Apodado “del Trovador Macías” es el castillo de Arjonilla una fortaleza que hunde sus trazas tras la conquista castellana, quizás obligado por un primitivo asentamiento rural islámico, ejemplificada en los albores del siglo XIV bajo signo polioercético calatravo, al amparo de una Orden que se erigió en guardia y custodia de la frontera castellana en tierras del Alto Guadalquivir.

La historia de Arjonilla, como núcleo urbano, va directamente ligada a la de su castillo. Los orígenes del actual municipio tienen en el castillo un precedente muy significativo que, no empañando los antiguos asentamientos postimperiales como el de “Las Herrerías”, se remontaría probablemente a las postrimerías del siglo XIII. A falta de un registro arqueológico que demuestre lo contrario, las fuentes documentales, islámicas o cristianas, no recogen alusión alguna a esta fortaleza hasta bien consolidada la conquista castellana. Su ausencia se demuestra en la nula referencia a castillo, medina o alquería islámica en acontecimientos históricos tan loables como: la conquista de Arjona por Fernando III (1244), la concesión de Arjonilla al arcediano de Úbeda, Gonzalo Pérez, por parte de Sancho IV (1282) o su posterior venta a Arjona en 1293.

Izq.: imagen de bella factura del ‘skyline’ de este bello monumento de Arjonilla.Dcha.: interior del castillo.

La fortaleza arjonillera actual es fruto de varias fases constructivas que han ido modelando una estructura defensiva entorno a una primitiva torre de planta rectangular que, levantada sobre zócalo de piedra, en tres cuerpos se eleva imponente hasta los diecisiete metros de altura con fábrica de sillarejo sobre la cual se anexionan lienzos de muralla, con sus pertinentes adarves y almenas, que conforman los principales elementos arquitectónicos del castillo, ofreciendo una traza poligonal irregular para un conjunto defensivo netamente marcado por el sistema constructivo de mampostería cristiana. De una visita al presente espacio defensivo se pueden observar algunas estructuras emergentes entre los muros perimetrales que contextualizan distintas construcciones derivadas, en parte, de la funcionalidad, defensiva, administrativa, residencial, religiosa e incluso necrópolis, que la fortaleza desarrolló desde finales del siglo XIV hasta finales del siglo XIX cuando, de la mano del arjonero Manuel Vicente Parras, sufre una restauración que será el preámbulo de una serie de actuaciones llevadas a cabo en el siglo XX que ayudaran a consolidar el aspecto actual que presenta el castillo.

Es la torre el elemento defensivo más notable de este castillo, no solo por su bella factura, sino por los hechos y leyendas que, se narran, sucedieron en su interior y que tendrán como principal protagonista a Macías “el Enamorado”, poeta español, oriundo de Padrón, municipio gallego de la comarca del Sar. Las hazañas de este trovador en la villa de Arjonilla se ciñen entre las postrimerías del siglo XIV y los albores del siglo XV. Estas tienen como escenario las defensas del castillo y como protagonistas principales al propio Macías y Doña Elvira, esposa del hidalgo Hernán Pérez de Vadillo.

Izq.: La torre como elemento defensivo y uno de los aspectos más notables de este castillo. Dcha.: Estatua de homenaje a Macías ‘El Enamorado’ . (Fotos: Archivo fotográfico del Ayuntamiento de Arjonilla) 

El drama amoroso de Macías no pasó desapercibida a los ojos de la literatura del Siglo de Oro, Lope de Vega, entre otros, haría referencia en su drama “Porfíar hasta morir”.Ya en el siglo XIX Mariano José de Larra inspiró parte de su literatura dramática en la figura de Macías, especialmente en “El Doncel de Don Enrique el Doliente”, obra que aún, en pleno siglo XXI, refleja la historia de amores imposibles entre hidalgas humanistas y príncipes herederos. Los ecos literarios de Macías siguen vigentes entre los muros de la torre del castillo donde la tradición cuenta que una lanza atravesó su maltrecho corazón.

Desde lo más alto de sus muros, paseando entre adarves y almenas se divisa un horizonte de fértiles tierras de campiña cuya silueta es recortada por la imponente y singular torre campanario de la iglesia de la Encarnación, emblema patrimonial junto a la fortaleza que nos ocupa de la villa de Arjonilla, aquella en la que sufrió desdicha Macías “el Enamorado”.

Hechos, leyendas y elementos arquitectónicos conservados convierten a este castillo en un lugar de visita indispensable para aquellos que buscan la experiencia de rememorar episodios donde se respira aroma a Medievo.