
Antonio Salas Sola
Historiador del Arte y Gestor Cultural
La historia de este pequeño municipio jiennense tiene, en cierta manera, como génesis el conjunto de palabras: Villar y Don Pardo, de las que surgen el acrónimo que da nombre al municipio actual y que curiosamente tienen cierta relación con la historia de su castillo. En primer lugar el término Villar, aparte de su definición como pueblo pequeño, se empleaba entre los siglos XIII y XVI para designar un lugar de ocupación anterior a época islámica que se encontraba en ruinas. Esta conclusión se relaciona con el hecho evidente de la falta de registro islámico en la zona del castillo y el aprovechamiento de parte de las estructuras o ruinas romanas para su edificación a partir del siglo XIII. En lo que respecta al término Don Pardo es una mención referida a la concesión que se hizo por parte del rey Fernando III a D. Pedro Aznar Pardo de las tierras que más tarde formarían el señorío de Villardompardo y que tuvo como principal valedor a D. Fernando de Torres y Portugal quién llegaría a ser, aparte de primer Conde de Villardompardo, Virrey del Perú y promotor de la conversión del castillo en residencia palaciega en el siglo XVI.
Con estas premisas y si atendemos a que uno de los principales propósitos de la historia es: “averiguar los hechos y procesos que ocurrieron y se desarrollaron en el pasado e interpretarlos ateniéndose a criterios de la mayor objetividad posible”, tenemos en el castillo de Villardompardo un claro ejemplo de buena praxis como consecuencia de las intervenciones arqueológicas realizadas en él entre el año 2014 y 2017.

La fortaleza se convirtió en el siglo XVI en residencia palaciega promovido por el primer conde de Villardompardo, D. Fernando de Torres y Portugal (Fotos: Carlos Ramírez Perea, Cronista Oficial de Villardompardo).
Hasta el desarrollo de la mencionada intervención se daba por sentado la construcción de una fortaleza fechada en torno al siglo XIII, pero la objetividad que aporta a la historia la disciplina arqueológica evidencia que la relación de Villardompardo con el espacio que ocupa su fortaleza hunde sus raíces en un antiguo asentamiento fortificado íbero-romano con evidencias de ocupación primitiva en el calcolítico. Hechos tan evidentes vienen a reformular parte de la historia de un municipio que hoy mira a su castillo como un bien de interés cultural protagonista ineludible de su pasado.
A pesar de ello, no hay duda que la actual fisionomía del castillo de Villardompardo forja su historia como fortaleza castellana, construida a finales del siglo XIII y principios del siglo XIV. La cronología y propuesta constructiva justifica la existencia de una fortaleza de traza poligonal en la que se distinguen elementos constructivos de cierta entidad como una torre del homenaje en el flanco suroeste a la que se le adosan lienzos de mampostería y en cuyos extremos tuvo torres defensivas de distinta tipología. Además de ello, un foso al norte y una puerta de acceso a la fortaleza, elemento renacentista destacado, a través del cual se accedería al patio o plaza de armas del castillo donde se han registrado estructuras romanas como silos y aljibes con un potencial que justifica la reutilización de ambas tras la construcción del castillo.
Estas estructuras en parte se ven alteradas en el siglo XVI con la conversión de la fortaleza en residencia palaciega. Poco duró su uso ya que todo apunta a un abandono de la misma en el siglo XVII lo que motivó una destrucción paulatina, presentando un estado ruinoso en el siglo XVIII que auguraba un porvenir poco alentador.

Izq.: La fortaleza castellana fue construida a finales del siglo XIII. Centro: Otra instantánea de la fortaleza de Villardompardo. Dcha.: Escudo nobiliario en la portada del castillo.
Pero la historia o el destino, también de los edificios históricos, está para ser cambiada. Conocer nuestro pasado, preservarlo y ponerlo en valor es una de las principales premisas que se tuvo en cuenta por parte del Ayuntamiento de Villardompardo para recuperar uno de sus iconos y baluartes, el castillo. Y con toda la voluntad y acierto se armó un macroproyecto de estudio, rehabilitación y puesta en valor, sin precedentes en el municipio, cuyos resultados hoy visibles permiten mirar ”de tú a tú” a otras castillos y fortalezas de la provincia de Jaén, además de suponer un aporte de información y documentación histórico-artística que ha removido los cimientos de su historia para reinterpretarla con datos objetivos que hablan de una dilata relación del municipio con la zona donde se levantó el castillo bajomedieval.
Hoy, cuando el ocaso del 2021 rige el presente, el turista puede mirar a Villardompardo como un destino emergente dentro de la “Ruta de Castillos y Batallas” de la provincia de Jaén que complementa la atractiva oferta turística de la festividad del Corpus Christi, declarada BIC el presente año, evidenciando toda una transformación que viene a poner de manifiesto que la apuesta por recuperar el pasado y mantener las tradiciones es una forma de mirar al futuro con optimismo.