Historia y tradición envuelven a la Patrona de Jaén

En la madrugada del 10 al 11 de junio de 1430 cuenta la historia que en Jaén cuatro personas, del conocido por entonces como “Arrabal de San Idelfonso”, fueron testigos de un extraño cortejo procesional por las calles de la capital, en el que figuraban las cruces parroquiales y numerosa milicia. En concreto, los testigos vieron a una señora, vestida con resplandecientes ropajes y un niño entre sus brazos, acompañada de un clérigo y una mujer.

La procesión, según cuentan, partió desde la Catedral de la Asunción y se detuvo a las espaldas de San Idelfonso, donde celebraron una liturgia entre cantos sobrenaturales hasta medianoche cuando, con el repique de las campanas, el cortejo desapareció. En ese momento el pueblo interpretó que era la Virgen María acompañada por San Idelfonso y Santa Catalina, y aseguraron que con el descenso la virgen lo que pretendía era infundir confianza y fortaleza a los vecinos de Jaén para que resistieran los ataques de los musulmanes, del cercano Reino de Granada. Solo tres días después, dichos testimonios se recogieron en un acta notarial que, actualmente, está guardada bajo llave en una caja fuerte en la propia basílica.

Desde ese momento se construyó una capilla anexa a la iglesia, donde actualmente se encuentra la imagen de unos tres palmos de altura y tallada al completo en madera. Sin embargo, durante esos primeros años la Virgen de la Capilla no contaba con una gran devoción entre el pueblo jiennense y, posiblemente, ello le benefició durante la Guerra Civil Española. Un período en el que la talla no sufrió ningún daño, gracias a que la resguardaron en el Convento de las Bernardas, aunque sí perdió algunos enseres de gran valor, como la corona utilizada durante su primera coronación en 1930.

Izq.: Recoronación de la Virgen de la Capilla en el año 1956. Centro: imagen actual de la virgen durante uno de sus cultos. Dcha.: Imagen de una de las primeras salidas de la virgen desde la basílica de San Idelfonso.

No obstante, llegados los años 50 y 60 la devoción por la Virgen de la Capilla comenzó a crecer de forma exponencial gracias a la familia Calatayud y el sacerdote Manuel Maroto. Durante ese período la imagen fue designada Patrona principal de Jaén, comenzó a procesionar por primera vez por las calles de la capital y volvió a ser coronada en 1956.

Y entre aquellos nuevos feligreses había una pequeña niña llamada Suli Colmenero. Ella nació en el barrio de San Idelfonso y su padre, al cual recuerda con nostalgia y brillo en los ojos, fue quién le inculcó el amor hacia la Virgen de la Capilla. Una devoción que la llevó, primero, a ser camarera de la imagen durante doce años y, después, a ser la primera Hermana Mayor de la cofradía. Un cargo que le llegó de imprevisto tras el fallecimiento de Enrique Caro. En ese momento le tocó hacerse cargo de todos los preparativos de las fiestas, por la cercanía de las mismas, y para ello procuro rodearse “de personas que conocían muy bien la cofradía, para que todo saliese bien”, cuenta Colmenero. Sin embargo, ella recuerda esos días como “agridulces, porque aunque estaba feliz, porque todo estaba saliendo bien, a la vez estaba triste por la falta de Enrique”.

Una vez finalizadas las fiestas, y como ella no había sido elegida por los cofrades, decidió convocar elecciones y, a pesar de que el cargo había sido siempre ocupado por hombres, los hermanos la ratificaron y depositaron toda su confianza en ella. “Mi primera reacción en ese momento fue una llantina con mi madre. Fue algo muy emocionante para mí”.

Izq.: Imagen de la virgen en su altar en los años 70. Dcha.: Hermanos de la Cofradía preparando la virgen en su altar para los cultos.

Hoy en día la imagen, y gracias a que la implicación de los vecinos y vecinas ha ido creciendo con el paso de los años, cuenta con un gran número de devotos en Jaén. La cofradía ha tenido un papel determinante en este aspecto ya que cada año contactan con todos los colectivos para que acudan y participen en los actos. Sin embargo, una de las preocupaciones de la Junta de Gobierno actual es lograr una mayor implicación de los jóvenes, “puesto que son el futuro, son nuestro relevo natural”.

Junio es el mes de la Virgen de la Capilla en Jaén, pero también de la tradición popular de este pueblo. Durante los días previos a la procesión la actividad no cesa en los alrededores de la iglesia de San Idelfonso, pero de entre todos los actos destaca la presencia de las pastiras y los chirris. Una costumbre que recuperó Colmenero hace tres años y donde se puede ver a los jiennenses ataviados con el traje típico de la provincia. Este grupo participa tanto en la procesión, actuando como corte de honor de la virgen, como en la ya tradicional ofrenda floral, que se realiza en la parte gótica de la basílica. Allí le cantan y le bailan al son de las canciones más populares. “Es un momento muy emocionante”, destaca Suli Colmenero.

No obstante, para los hermanos la salida y el encuentro de la imagen con su pueblo es el momento culmen. “Ver a los horquilleros sacar a la virgen con tanto cariño es algo muy bonito”. Eso sí, Colmenero señala que le gustaría una mayor implicación de los jiennenses en la recogida “porque en ese momento a la virgen se le canta el himno de Jaén, algo que muchos desconocen, y para mí es algo muy emocionante”.

Texto: Juan Moral
Fotos: Cofradía Virgen de la Capilla