Renacimiento del sur en Tierras de Frontera

Antonio Salas Sola /
Historiador del Arte y
Gestor Cultural

Asentada sobre uno de los lindes de Sierra Mágina la ciudad de Huelma presume en su historia de haber sido, en el siglo XIII, lugar estratégico y fronterizo entre el Santo Reino de Fernando III y el reino nazarí de Ibn Al-Ahamar con capital en Granada. Este enclave estratégico, no exento de una escarposa topografía, vivió en primera persona los avatares o escaramuzas de ambos reinos hasta su adscripción definitiva a la corona de Castilla definitivamente a mediados del siglo XV. La tregua definitiva que supuso la toma de Granada por los Reyes Católicos, en enero de 1492, facilitó que se acometieran empresas arquitectónicas religiosas de interés en los albores del siglo XVI, momento en el que se puede adscribir la primitiva fábrica del templo que nos ocupa.
Como toda construcción, del contexto histórico en el que nos estamos moviendo, emana de un asentado estilo gótico isabelino con reminiscencias a la arquitectura religiosa granadina del momento, transformada en la segunda mitad del siglo XVI con las nuevas tendencias arquitectónicas que evocan el modelo renacentista y en especial el de Andrés de Vandelvira.

Ciñéndonos detalladamente a las fases arquitectónicas de la iglesia, encontramos en primera instancia la mano de Diego de Siloe cuyas trazas, aún isabelinas, fueron correspondidas por los maestros Francisco del Castillo “El Viejo” y Domingo de Tolosa hasta alcanzar la mitad del siglo XVI. Será a comienzos de la segunda mitad del siglo, cuando se encuentra al frente de los trabajos arquitectónicos Andrés de Vandelvira quien recoge el testigo de elementos góticos empleados en la cabecera del templo y los enlaza con su particular estilo arquitectónico, el cual se convertirá en estilo predominante del templo.

Las trazas empleadas por Vandelvira en la iglesia de la Inmaculada Concepción de Huelma exhiben la planta de salón con naves de proporciones armónicas en planta y alzado, cubiertas con las tradicionales bóvedas vaídas que sostiene pilares cruciformes al estilo de los empleados en la Catedral de Jaén y Baeza, dotando al templo de una sobriedad y magnitud arquitectónica interior que la convierten en una de las joyas arquitectónicas de la diócesis de Jaén.

Izq.: Magnífica imagen del interior del templo de Huelma. (Foto: Paco Serrano). Centro: Una de las bóvedas de la iglesia (Foto: Wikipedia). Dcha.: Otra bella imagen del interior de la iglesia. (Foto: Ayuntamiento de Huelma)

Las enormes proporciones interiores generan espacios diáfanos al ubicar las capillas laterales entre los contrafuertes. Los muros perimetrales que cierran estas capillas albergan vanos que aportan luz exterior al templo, aportando un efecto lumínico al contacto con la piedra que le confiere una singular belleza. Esta tipología arquitectónica se mantiene en la etapa posterior a Andrés de Vandelvira de la mano de Francisco del Castillo “El Mozo”. Es en esta última etapa constructiva donde se vislumbra un elegante manierismo en la decoración de las bóvedas centrales y se define el ornato exterior del templo, portadas y campanario. Del exterior del templo hacemos acopio literal de las palabras de Chueca Goitia, en su obra sobre “Andrés de Vandelvira Arquitecto” (1971), quien describe en términos generales que “es de gran severidad y elegante traza”. Palabras que justifican sobremanera la huella arquitectónica palaciega y serliana que en ella se imprime y que se justifica en unas portadas cuya elegancia y sobriedad le confieren cierta singularidad dentro del plantel arquitectónico del momento. El equilibrio arquitectónico señalado hasta ahora se quiebra con la torre cuyas proporciones no se ajustan a la armonía espacial del templo, aunque su ornato mantiene la estética dominante del conjunto con un guiño a los modelos arquitectónicos empleados en el siglo XVII bajo el patrocinio del obispo Moscoso Sandoval, cuyo escudo aparece en el tercer cuerpo. Al continente se le une un contenido que sufrió los avatares del año 1936 y cuyos bienes muebles hoy presentes obedecen a actuaciones llevadas a cabo en la segunda mitad del siglo XX, etapa en el que será declarada BIC (1981).

Una vez más, en la provincia de Jaén vuelven a encontrarse un insigne plantel de maestros de fábrica, canteros y arquitectos cuyas técnicas y patrones arquitectónicos irán retroalimentándose hasta configurar una estética arquitectónica elegante y muy reconocible para aquel viajero que sigue la ruta del Renacimiento del Sur.