No es fácil entrevistar al entrevistador; su pluma, artífice de libros, artículos de opinión, noticias…, supone un reto. Máxime si el personaje es amigo y compañero de peripecias, en primera persona, del que suscribe estas líneas. Se puede definir a López, corresponsal de ABC en Jaén, como un ‘todoterreno’ de las letras; igual dirige una cabecera semanal que hace de tertuliano en debates… sin dejar de pensar en su siguiente libro que, en este caso, es ‘El año que Eva María se fue’, un elogio a la etapa de la transición y un homenaje a la generación que la hizo posible. Con su estilográfica cargada de verdades, Javier vive cada cobertura con optimismo e ilusión. Conozcamos al hombre que hay detrás de su firma.
Pregunta.- Empecemos con un breve resumen de su trayectoria profesional.
Respuesta.- Comencé mi andadura en el año 1987, en la revista Alsur. Un año después me incorporé a Diario Jaén, donde estuve 13 años que fueron muy buenos. En él aprendí la técnica del periodismo de calle. Fue una época de mucho trabajo, pero también de muchas alegrías.
Paralelamente, trabajé para ABC, periódico del que soy corresponsal en Jaén desde 1989. También lo he sido de Granada y Almería. Aunque mi pasión es la prensa escrita, he colaborado en radio y televisión. En cuanto a mi faceta como escritor, soy autor de 5 libros (1 novela y 4 ensayos).
P.- 10 años han pasado desde la presentación de su novela El Apátrida, que tuvo una gran acogida. Después ha escrito dos ensayos sobre el catolicismo y uno sobre el populismo. ¿Qué encontrará el lector en su nueva publicación?
R.- Espacio mucho las publicaciones porque escribir requiere un esfuerzo intelectual importante. Mi intención es desarrollar ideas originales, que desembocan en libros de combate: en mis dos ensayos sobre religión ejerzo de católico militante. Y en ‘El pudor del macho alfa’ critico la farsa del populismo de izquierdas. También mi nuevo libro es crítico con la época actual, que contrapongo a los años setenta, una década luminosa.
P.- Casi 30 años trabajando en cabeceras como ABC dan para nutrirse de historias en primera persona…
R.- Es muy bonito, no cambio el periodismo por nada. He vivido experiencias preciosas, conocido a gente muy interesante… que de otra forma no hubiera tenido oportunidad. Nunca hubiera imaginado que tendría estas vivencias tan enriquecedoras, tan buenas, tan divertidas. Para mí el periodismo es, fundamentalmente, diversión.
P.- Por mera curiosidad, ¿qué queda del columnista de la sección ‘A mi aire’ en su labor diaria?
R.- Todo. Esa sección fue una apuesta que hizo por mí el entonces presidente de Diario Jaén, Esteban Ramírez, que en paz descanse. Él apostó por mi modo de entender el articulismo, lo que me dio mucha seguridad. El estilo ha cambiado, antes buscaba los juegos de palabras y ahora los descarto, pero permanece la intención de sorprender.
P.- Puedo destacar, en primera persona, cómo describió el drama de saharauis desesperados a las puertas del albergue, una fría noche, hace ya unos cuantos inviernos… ¿Para ser periodista hay que tener, aparte de buena pluma, una sensibilidad especial?
R.- Recuerdo esa crónica que publiqué en ABC. La de Inmigrantes tratados casi como perros, a los que se les negó el albergue municipal, a pesar de que fuera llovía y hacía mucho frío. Si al final durmieron bajo techo es porque el concejal de Izquierda Unida José Luis Cano les permitió pernoctar en la sede de su formación. Fue un tema triste con el que me sentí identificado: yo también fui temporero y a veces sufrí un trato similar.
P.- En cierta continuidad con la pregunta anterior, ¿cómo afrontan nuestros paisanos los momentos en los que hay que ser más sensibles y solidarios?
R.- No es un problema de Jaén, sino del conjunto de las sociedades, que son cada vez menos solidarias, más egoístas. La demolición del humanismo cristiano, que era uno de los pilares de la civilización occidental, conlleva la pérdida de los valores que hasta ahora nos definían.
P.- Cambiemos de tercio, ¿cómo ve usted a la clase política actual? ¿muy distinta a la de los años 80 ó 90?
R.- Sí, mucho. Aunque ahora hay políticos preparados, el nivel es más bajo. Y, además, están más por la trinchera que por el diálogo. Los de aquella época se sabían hijos de la transición y eso les hacía apostar hasta cierto punto por la concordia y por el respeto al que opinaba diferente.
P.- ¿Esta sociedad tiene arreglo, o tenemos lo que nos merecemos? ¿Qué papel juega el periodismo en la misma?
R.- El periodista debe denunciar y debe proponer. Esa es nuestra doble misión para mejorar Jaén, que no se merece lo que le pasa. Su problema es que es una provincia servil, lacaya, idónea para los caciques políticos, que son los verdaderos responsables de la situación. Si el cacique propina latigazos al buey, al pueblo, sin que el pueblo se queje, no hay que acusar al pueblo de los latigazos, aunque no se queje, sino a quien los da.
P.- ¿Cuál ha sido el reportaje más difícil de su carrera?
R.- El trabajo periodístico del que estoy más orgulloso fue el de la niña de Segura, una cría de 9 años que la Junta de Andalucía arrebató a sus padres por unos falsos malos tratos. Investigué durante meses y publiqué exclusivas, que en cierto modo sirvieron a la justicia para que ordenara a Asuntos Sociales que la entregara a su familia.
P.- Por “endulzar” un poco esta charla, cite algunas anécdotas, tanto curiosas como surrealistas que haya vivido en su profesión.
R.- Han sido muchas. Me quedo, por fundacional, con la que nos sucedió al entonces fotógrafo de Diario Jaén, José Manuel Pedrosa, y a mí en el cerro del Cabezo. Era la primera vez que cubríamos la romería de la Virgen de la Cabeza, así que por desconocimiento aparcamos en un lugar del que salimos un día después porque nos bloqueaban miles de coches. Como no llevábamos apenas dinero lanzamos monedas a una caseta de turrón para poder comer algo. Conseguimos una tableta, pero estaba rancia, así que esa noche no cenamos.
P.- Un libro por publicar, un reportaje pendiente y una entrevista aparcada, que se hayan quedado en el tintero.
R.- Mi próxima novela y mi próximo reportaje. Y me gustaría entrevistar al Papa.
Texto y fotos: Manuel Miró