En mayo se cumplirán 9 años de la puesta en marcha de esta estupenda residencia, fruto del trabajo de la fundación de María Santísima de la Caridad y Consolación. Este proyecto, tanto social como con amplios tintes solidarios, da cabida a un trato personalizado de nuestros mayores, donde los trabajadores apuestan por el cariño y el trato cercano a los mismos. No ven el trabajo como una acción cotidiana, sino como una labor de servicio al prójimo, potenciando risas, cuidados, afecto y diversas actividades. Todos tenemos que llegar a mayores, y nos gustaría que nos cuidasen con esmero en la recta final de nuestras vidas.

“Todos necesitamos un cariño, pero una persona mayor mucho más”

Pregunta.- ¿Cómo se vive, desde dentro de una residencia, una pandemia como la de la Covid-19?
Respuesta.- Con muchísimo sufrimiento; no se puede describir, hay que vivirlo. Con una virulencia horrorosa del “bicho”, sin manera de atacarlo, que contagia sin darse cuenta, a pesar de contar con todas las medidas y protocolos activados.

El contagio brutal se ha vivido con un desasosiego tremendo, y sin saber qué más hacer. Ves cómo la gente se nos va, otro cae enfermo, faltan trabajadores…, no tengo palabras de agradecimiento a los trabajadores sanitarios que nos han atendido, cumpliendo una labor de héroes en la pandemia.

P.- ¿Cuáles han sido los mejores y los peores momentos que se han vivido, en estos tiempos?
R.- Lo peor, sin duda, fueron los primeros días en los que se detectó la pandemia, horroroso. No había manera de contener la propagación; no se veía el final. Los mejores momentos, lógicamente, fueron cuando ya se controló el contagio, y nuestros “abuelitos” comenzaron a curarse; también ver la cara de nuestros residentes cuando salieron del aislamiento.

P.- ¿Se ha de tener una “pasta especial” para trabajar con la tercera edad, una vena solidaria?
R.- Para trabajar con las personas mayores hay que ser muy sensible, hacer todo con muchísimo cariño, y poner al mayor en el centro de tu vida. Esto no es un trabajo en cadena, estamos tratando con personas dependientes, y ello requiere un esmero especial. Todos necesitamos cariño, pero las personas mayores mucho más.

P.- ¿Qué demandan principalmente los mayores, en su día a día?
R.- No piden nada, pero sí necesitan cariño; más en estos momentos, en los que sus familiares no pueden visitarlos; esa carencia de afecto, ver a un ser querido a través de un cristal o en una videollamada tenemos que llenarla nosotros con una caricia, una sonrisa.

P.- Hábleme de su equipo profesional: técnicos, psicólogos, médicos, y a cuántas personas atienden.
R.- Contamos con una plantilla de 68 trabajadores para atender a 96 residentes; más que suficiente para la atención que merecen nuestros mayores. La ratio hay que cumplirla, pero estamos por encima de la misma: buscamos un referente, que no es otro que atender a nuestros residentes de la mejor manera posible.

Para ello tenemos un equipo de psicología, dos turnos de sanitarios, departamento ocupacional, trabajadores sociales, etc., adaptándonos a sus necesidades.

P.- La vacuna comienza a llegar, esperemos que para paliar, en parte, el índice de contagios, ¿algunos trabajadores y usuarios son reacios a la misma?
R.- Al principio, por las dudas y el miedo, había algunas personas que eran reticentes, pero al final se convencieron de que era lo mejor. Principalmente, los familiares de los residentes tenían más reparos que éstos, pues las primeras informaciones no estaban claras. A día de hoy, se ha normalizado esta situación, teniendo más miedo al contagio que a la vacunación.

P.- Uno de los puntos fuertes en su rutina diaria es el ejercicio físico: gimnasio, tratamientos, espacios abiertos… ¿de qué manera mejora la salud de los mayores con el ejercicio físico?
R.- Una persona mayor debe tener actividad, puesto que es una forma de mantener su musculatura y sus articulaciones. Para ello hemos acometido unas reformas, abriendo un nuevo gimnasio más amplio y preparado, haciendo la jornada más amena y saludable para nuestros internos. Las amplias zonas exteriores ayudan mucho para realizar esta labor.

P.- No vale estar sentados, esperando una comida tras otra; mente sana en cuerpo sano. Imagino que los tratamientos innovadores de hidroterapia les desmarcan del resto de la competencia…
R.- Efectivamente. Este centro se hizo para hacer lo imposible de cara al cuidado de nuestros mayores, y todo lo que se pueda innovar es poco.
Esta actividad, unido al descanso, hace que la persona que se encuentra aquí cambie; sus rostros cambian, se sienten muchísimo mejor después de una rehabilitación de hidroterapia, algo muy necesario en tiempos de pandemia.

P.- Entre las distintas actividades para el ocio y entretenimiento de sus mayores han figurado, recientemente, la Carrera Popular de San Antón o disfrutar de los tradicionales “melenchones”, ¿cómo disfrutan ellos este tipo de ocio?
R.- Son iniciativas que llevan un tiempo de preparación, y en las que ellos participan activamente, cada uno con sus posibilidades: carrera en los pasillos, risas y diversión sumamente importantes para nuestros abuelos/as.

Salir de su aislamiento, de una rutina, es algo esencial para la salud mental, como las actividades y talleres que preparamos, por ejemplo, para el día de los enamorados. Les hace feliz y les reconforta. Es lo más importante para nosotros, no hay palabras ni sueldo que pague verlos con una sonrisa.

P.- Esta residencia (y su fundación) está creada por la cofradía de la Santa Cena, ¿cree usted que la fe y la solidaridad van unidas?
R.- La cofradía es la “madre” de todo el proyecto, no cabe duda. Al ser una persona de fe, pienso que la misma va unida a ser solidario; las creencias ayudan mucho, dentro de la coherencia. Evidentemente, si se siente la fe de manera activa, la fe también se siente de igual manera. Cuando se creó la cofradía se tenía clarísimo que tendría un fin social, ayudar al prójimo, al margen de las actividades de la hermandad; entonces se nos ocurrió la idea de hacer una residencia, con el fin de ayudar a nuestros mayores, para que sus últimos días fueran lo más felices posibles, la solidaridad es un producto de la fe.

P.- Por último, una pregunta personal, ¿ayuda a levantarse de la cama hacer un bien diario a los demás, con su labor diaria?
R.- A mí, personalmente, me ayuda muchísimo. Es una ilusión constante. Cuando llega un fin de semana, y me quedo en casa, descansando, el domingo “me pincha” ya el ir a trabajar. Necesito estar con ellos, verlos, ver si necesitan algo; para mí, esto es una “vitamina” que necesito en mi vida.

Además, tenemos que pensar que también vamos a llegar a esa edad. Lo que hagamos con ellos será lo que hagan con nosotros mañana.

Texto: Manuel Miró Foto: Residencia Caridad