Tras el mostrador de ‘Moda Re’ se esconde una jienense del ramo textil, cofrade, solidaria…, pero, ante todo, amiga de sus amigos, merecedora de que su historia se cuente en primera persona. Con Ana siempre resulta fácil entablar conversación, hablar de todo, hacer un alto en el camino y disfrutar de su compañía, pues, entre venta y venta, acoge a propios y extraños mientras recolecta productos de primera necesidad, algo que le viene de lejos, pues la ‘vena social’ siempre ha estado arraigada en su hogar.

“Impacta ver la cara de felicidad de un niño al que haces un bien”

Pregunta.- Comenzamos con tu faceta más conocida, la cara laboral, ¿cómo es el día a día tras el mostrador?
Respuesta.- Llevo ya tres años al frente del proyecto de tienda, desde su inicio. Los comienzos fueron duros, pero la respuesta del público Jienense ha ayudado a que esta iniciativa vaya “viento en popa”, dentro de lo que cabe; antes nos encontrábamos dos personas trabajando. Hoy por hoy, por las circunstancias de la pandemia estoy sola en la tienda. Dios quiera que la situación mejore, y que entre más personal que lo necesite.

P.- ¿Qué logros y experiencias puedes contarnos, en un sector tan complejo como es el textil de segunda mano solidario?
R.- Al principio de hacerme cargo de este nuevo reto, tenía mis dudas: Jaén es una ciudad muy pequeña, y no sabíamos si la gente aceptaría la ropa de segunda mano; tengo que decir que mi sorpresa ha sido para bien, pues se ha interesado por igual tanto por el proyecto que significa nuestra marca como por el género; han empezado siendo clientes, y se han convertido en una pequeña familia, en una amistad, sintiéndose cómodos a la hora de venir.

P.- Imagino que nada es por casualidad, ¿cómo fue tu llegada a este mundo solidario?
R.- Mi trayectoria profesional siempre ha sido el comercio; tras 27 años en el sector textil, un cierre por jubilación me dejó en paro. Poco después encontré una oferta laboral para un ropero de Cáritas, un mundo conocido para mí, gracias a mi cofradía, la Santa Cena, pero siempre en tercera persona; algo muy distinto a mi experiencia personal. Atender en un comercio no tiene nada que ver (salvo la ropa) que formar parte del ropero solidario: me “enganchó” desde el primer momento.

Lo primero que das a las personas es tu ayuda, pues la gente necesitada no entiende de clases sociales, y precisa una cosa muy importante de ti: tu cariño. Cambié la ropa de diseño por apoyar a los más necesitados. Un mundo precioso, donde estuve 4 años de mi vida.

A raíz de aquello, Cáritas me ofreció un nuevo proyecto y aquí estoy, uniendo experiencia textil con labor social.

P.- ¿En qué consiste el proyecto ‘Moda Re’?
R.- Es una iniciativa de nivel nacional, que basa su labor en crear puestos de trabajo a colectivos de difícil inserción social: padres de familia en desempleo, mujeres necesitadas…, empezamos tres, y ya contamos con doce personas. Es un proyecto que la gente ve, pues cuando se conciencian que comprando ayudan a los demás a crear puesto de trabajo, fomentado empleo, consumen más; nuestro slogan siempre ha sido ‘Reciclar ropa para recuperar a personas’. También ayuda un buen stock a precio asequible.

P.- ¿Cuál es el perfil de vuestros clientes, y qué buscan en esta tienda tan especial?
R.- La gran mayoría son mujeres, entre 20 y 40 años, que principalmente buscan prendas de moda de temporada, como son blusas, camisas, pantalones, también el calzado ocupa buena parte de las ventas, porque la variedad de números y modelos, muy actuales, son más asequibles que si los adquieren en la competencia. Dado que también hay ropa masculina, poco a poco los hombres se animan a comprar, puesto que muchos de ellos vienen como “acompañantes”, y mientras sus señoras van viendo las novedades que reponemos cada semana, ellos se interesan, sobre todo, por prendas como camisas y chaquetones; algunos vienen solos, pero son la minoría.

Otro perfil de clientes son matrimonios jóvenes, que conocen por el “boca a boca” nuestra labor, y adquieren prendas para los más pequeños de la casa, haciendo un buen fondo de armario con un bajo costo, y con la conciencia de que participan en una gran labor social, como es ayudar a los más necesitados.

P.- ¿Crees que los ciudadanos jienenses son realmente solidarios?
R.- Según mi percepción particular, creo que sí. Aunque algunas veces somos reacios a ayudar a los demás, pero principalmente por la desinformación que tenemos en muchos aspectos; pensamos: ¿para qué voy a ayudar, si luego el dinero no llega todo a su sitio?

Pese a que nos podamos encontrar malas artes en cualquier lado, afortunadamente no siempre es así; en nuestro caso no ocurre lo mismo, pues es más directo: en la compra que realiza, el cliente se beneficia de un precio bajo y calidad, ayudando a un tercero.

P.- Pasamos de tercera a primera persona. ¿en qué otros proyectos solidarios has participado?
R.- Ir a la calle, como voluntaria, a entregar mantas y repartir café caliente, ¡es tan bonito! Acciones así te reconfortan como persona humana: el simple hecho de ofrecer una taza caliente, o hablar con una persona sin techo, para que se desahogue contigo, es una experiencia que merece ser compartida con todos; por ejemplo, he involucrado a mis hijas, en época vacacional, a participar en ayuda en el ropero, también con proyectos de ayuda a niños de exclusión social, haces de psicóloga, amiga, haces un bien, son proyectos preciosos.

Hay que procurar despertar la solidaridad entre los demás. Como no nos toca, lo vivimos de otra manera: llegas a casa, tienes con qué taparte, qué comer…, no eres consciente de las faltas que pasan muchos jienenses sin techo, ropa de abrigo ni tres comidas diarias.

Otra de las situaciones más satisfactorias de mi labor fue cuando, en pleno ERTE, ayudaba a la parroquia en la cocina: dar de comer a los más necesitados, llegar a casa sabiendo que hay gente que está cenando un guiso que has preparado, es muy reconfortante; pero imponía ver sólo a los militares de la UME en la calle, y nadie más.

Podemos pensar que nunca nos faltará de nada, pero la vida te puede dar un giro y puedes verte en problemas, y tenemos que pensar en ello: las colas de los necesitados no nos pueden ser ajenas, necesitamos todos de todos.

P.- ¿Qué le pedirías a la sociedad (y a los políticos) para ayudar a los demás?
R.- Dado el bache que nos ha tocado vivir, pienso que la clase política debería de ayudar mucho más a las empresas en general, pues si no hay comercio, no hay trabajo; si se genera paro, recesión…, se para la rueda de la economía, y eso es un mal para todos, que ahora mismo estamos padeciendo.

Obviamente, no condeno ni a la clase política ni a las instituciones, ya que cada uno hace lo que puede, pero el ciudadano de a pie, generalmente, no es consciente de la falta que hace ayudar a los demás, puesto que la “zona de confort” impide ver la realidad. No estaría de más que todos, aunque fuera por una vez, pasáramos unos días conviviendo con los más necesitados, durmiendo en albergues, compartiendo comedor, haciéndonos partícipes de sus carencias, seguramente cambiaría la percepción de nuestra realidad, y nos haría más solidarios y mejores personas.

P.- Por compartir algo especial, ¿qué instantes han sido más emotivos?
R.- Son tantos… Uno que me impactó mucho fue la cara de felicidad de un niño que acudió con su familia al ropero de Cáritas, para probarse un traje de comunión ¡se le iluminó el rostro! Qué poco valoramos lo que tenemos, y cuánto lo aprecian los demás. Otro momento emotivo: ver dar saltos de alegría a otro chaval, tras donarle sus “zapatillas nuevas”, eso hay que vivirlo.

Texto y foto: Manuel Miró