Ino Crespo / Asesora de imagen

Vaya, ahora que nos habíamos despreocupado un poquito de nuestra cara, resulta que volvemos a “reaparecer” y además es verano.

¡Con lo que me gustaba mi cara bronceada! Y que echábamos de menos poder lucirla el pasado año. La volveremos a recuperar pronto, pero… ¡Sí ya lo sé! Pensáis que aquí está la pesada de siempre que nos va a decir lo que tenemos que hacer, y lo que no deberíamos de hacer bajo ningún concepto, si queremos una piel sana, luminosa y favorecedora.

La piel es una parte de nuestro cuerpo, la mayor que tenemos en extensión y la que tiene muchísimo que ver con la salud del resto del cuerpo, ya que nos arropa, nos ventila, nos mantiene hidratados y, si la tratamos mal, nos deshidrata y nos puede enfermar. Uno de los cánceres más letales es el melanoma. Sin la piel no sobreviviríamos.

La buena noticia es que, si nos alimentamos bien, se refleja en la piel; si hacemos buen deporte adaptado a nuestra capacidad física, nos oxigenamos y se nota en la piel. Si nos enamoramos, practicamos sexo, si somos amables y divertidos, si nos sentimos bien con nosotros mismos, también se nota en nuestra piel. Y no es un eslogan publicitario, ni una iluminación, es una realidad como un piano.

La serotonina, las endorfinas, la oxitocina, la dopamina, son las llamadas hormonas de la felicidad. No voy a entrar en detalles, puedes buscar fácilmente, lo que sí te quiero descubrir, si no lo has hecho ya, es que todas ellas producen sensaciones directamente sobre la piel. Por ejemplo, la excitación produce calor, sudor, oxigenación, y eso es salud, no solo para la mente y el cuerpo, también para la piel. La relajación produce equilibrio en la forma de respirar por lo que da lugar a una mejor oxigenación.

La vitamina D se sintetiza del sol a través de la piel y es beneficiosa para los huesos, la dentadura, y todos los elementos que contienen calcio en el organismo incluida la piel, ya que ésta lo necesita para asegurar una correcta secreción de lípidos y la síntesis correcta de proteínas, densificándola y evitando las arrugas.

Y dirás, cómo es posible que evite las arrugas si siempre se ha dicho que el sol envejece la piel. Pues muy fácil, porque, para absorber la cantidad necesaria de vitamina D, la piel solo necesita de 10 a 15 minutos de exposición al astro rey. O sea, como en muchas cosas de la vida, la calidad es lo que importa.

Se sabe que exponerse en exceso hasta tostarse, con riesgo incluso de quemarse, tiene como consecuencias el envejecimiento prematuro y los cánceres de piel. Pero no nos pongamos dramáticos, cuidarse es ser consciente de lo verdaderamente importante para uno mismo y tomar decisiones que nos ayuden a conseguirlo, ahora toca, la ilusión de ir saliendo, poquito a poco, de lo que nos lleva oprimiendo demasiados meses, y necesitamos muchas hormonas de la felicidad, así que hay que provocarse buenos sentimientos, buenas sensaciones, experiencias bonitas y saludables.
Y como no, cuidarse la piel en general, y la del rostro en particular, ya que después de estar bajo la mascarilla, se han podido ver debilitadas las defensas de la piel por falta de oxigenación, tener irritación del roce y el sudor, y deberíamos empezar por limpiarla de impurezas, bien con una limpieza en profundidad o, si su estado nos lo permite, adquirir una disciplina de cuidado diario más tratante y suave. Protegerla del sol dándole una pequeña ración para favorecer el aporte de vitamina D necesaria. No utilizar exfoliación, si no es estrictamente necesario por un engrosamiento excesivo y siempre con exfoliantes de mini partículas de composición muy suave.

Y después del día de mar y piscina, retirar bien los protectores solares, aplicando una crema hidratante de buena calidad que restablezca el agua y los elementos necesarios para equilibrar el Ph y sus defensas.

Y, por supuesto, las estrellas más coloristas de la fiesta veraniega son los pies y las manos, que se lucen de forma espectacular, por ello también vamos a darles una estupenda limpieza, exfoliando de forma profunda los talones, partes resecas y engrosadas en torno a las uñas y falanges. Quitaremos las callosidades de forma experta, para conseguir unos pies y manos que le den ese toque de estilo veraniego alegre.

Disfruta del verano y protege también tu pelo al máximo, recuerda que lo que no se estropea, no hay que arreglarlo. La belleza del cabello de invierno se prepara en los cuidados de verano.