La Semana Santa es un evento religioso, histórico, artístico y sociocultural notablemente importante para nuestros municipios y ciudades. Más allá de la tradición, el sentimiento o la celebración cristiana de la Pasión de Cristo, que es realmente el motivo principal de esta fiesta, vivimos en una época en la que todo se mide y se valora económicamente. La pandemia mundial de la Covid-19 provocó la cancelación de procesiones y actos durante 2020 y 2021 con un tremendo impacto negativo tanto a nivel económico como social. Parece ser que en este 2022 volveremos a vivir una Semana Santa ‘normalizada’, lo que puede suponer volver a cifras económicas y de turismo similares a las de años prepandémicos.

La suspensión durante dos años seguidos de las procesiones de Semana Santa debido a la Covid-19 ha sido un duro revés para la ciudadanía y un impacto económico y social verdaderamente notable, sin contar que, ya en el año 2019 la Semana Santa no pudo celebrarse con total normalidad debido a que las lluvias hicieron acto de presencia en varios puntos de nuestra geografía. Pero el hecho de haber sido suspendidas durante dos años consecutivos, más allá del sentimiento y conmemoración de la Pasión de Cristo, supuso un duro golpe para las economías locales que vieron frustrados unos días donde el Producto Interior Bruto (PIB) aumenta de forma más que considerable. La salida de un solo paso, no solamente en Semana Santa, ya supone un aliciente para el consumo.

Procesión de Jesús Nazareno el 14 de abril de 2017.

Parece ser que, si el tiempo no lo impide y los contagios por la Covid-19 se mantienen estables o en una línea descendente, podremos contar con una Semana Santa “normalizada” con las medidas y recomendaciones vigentes decretadas por Sanidad. “Haciendo buen uso de las recomendaciones dictadas por Sanidad, como el uso de mascarillas en interiores, que aún es obligatorio, o el uso de mascarillas en exteriores siempre y cuando no se puedan mantener las distancias de seguridad, podremos vivir de nuevo una Semana Santa similar a las de años previos a la pandemia”, señala un responsable municipal. De hecho, añade, “hemos visto que la cabalgata de Reyes en el mes de enero y más recientemente el Carnaval, se han desarrollado prácticamente con normalidad y, si seguimos en esa línea, aportando cada cual nuestra propia responsabilidad individual, lograremos volver más temprano que tarde a esa normalidad tan esperada”.

La repercusión de la Semana Santa en la hostelería y el turismo.- Para el sector hostelero la ausencia de Semana Santa durante 2020 y 2021 supuso una bajada importante de sus ventas respecto al año 2019, último año en el que se celebró esta festividad. Para un responsable del sector de hostelería, la caída de las ventas en el sector hostelero durante el año 2021 tuvo una repercusión importante, con una caída de entre un 40% y un 50% respecto al año 2019. Una cifra que fue mucho peor en el 2020 debido a las restricciones y el confinamiento. “Las fechas de Semana Santa del pasado 2021 no fueron buenas para el sector, aunque sí mucho mejor que las del 2020. Se ha notado mucho la ausencia de esta festividad en estos dos años, sin embargo, el año pasado, aun sin procesiones, el hecho de que la gente no se desplazara a otros lugares hizo que se moviera algo más la economía local, pero lógicamente, tampoco vinieron visitantes que son también una fuente turística importante para nuestros pueblos y ciudades”, indica.

Este 2022 todo parece indicar que en Semana Santa el sector hostelero volverá a cifras previas a la pandemia, incluso puede que mejor, ya que los datos que se manejan de los meses de enero y febrero han sido muy positivos, según destaca el responsable del sector. No obstante, el mes de marzo no está manteniendo esos buenos datos y los números que se barajan de cara a Semana Santa podrían verse mermados debido a la crisis que se vive con el conflicto en Ucrania, el incremento de precios en la energía y en los carburantes que a su vez deriva a otros productos alimenticios que se han duplicado en precio, o el desabastecimiento de productos debido a la huelga de transportistas y pescadores. “Si la sombra actual se mantiene, la mejoría que hemos podido notar en enero y en febrero seguramente no pueda cumplirse”, señala. Aun así, desde el sector hostelero siguen siendo optimistas, esperando que todo se solucione lo antes posible y poder completar números parecidos a los del 2019, “con cifras similares nos daríamos por satisfechos, aunque estamos expectantes y esperanzados que sean cifras superiores”.
En cuanto al sector hotelero, indica que los años previos a la pandemia han contado con cifras de entre el 70% y 100% de ocupación con una media del 85%, rozando el casi 100% de ocupación si hablamos de alojamientos rurales. Cifras que también corroboraba la responsable municipal, “la Semana Santa suele tener una ocupación hotelera en torno a un 85% o 90% en años anteriores a la pandemia”. Hay días y fechas que puede llegar incluso al 100% como puede ser un Jueves Santo o un Viernes Santo, donde además de turistas, son varias las personas que vienen a participar en las procesiones, como por ejemplo las bandas de música que se quedan a pernoctar. De igual forma, son muchos los visitantes que, aun sin pernoctar, pasan por nuestras calles durante estos días y, esa incidencia de gente se ve reflejada en los comercios y en la hostelería. Aun así, señala, “aunque entendemos y pensamos que va a ser exitosa, la repercusión económica que podamos tener este año en nuestros comercios, hostelería y hoteles habrá que analizarla una vez pasada la Semana Santa”.

Estación de penitencia de Cristo Rey.

Hermandades y cofradías, todo preparado.- Las diferentes cofradías y hermandades llevan varios meses realizando los preparativos y ensayos pertinentes para que se pueda llevar a cabo una Semana Santa lo más normal posible. Eso sí, atendiendo a todas las indicaciones higiénico-sanitarias que se determinan desde Sanidad. Por ello, las personas encargadas de cargar los pasos en procesión, es decir los costaleros, que no disponen de mucho espacio entre unos y otros, están realizándose constantemente test de antígenos, utilizan mascarilla y lavado de manos, e igualmente, se lleva a cabo la limpieza de las trabajaderas, de varales, etc., haciéndose mucho hincapié en todo esto para el cuidado y la protección de todos. “La mayoría de personas que están bajo los pasos están vacunadas con pautas completas, aportan voluntariamente su certificado Covid-19 y se toman todas las medidas higiénicas necesarias para velar por la seguridad de quien tenemos al lado y de todos en general”, destacan responsables cofrades.

En estos dos últimos años las hermandades se han dedicado a seguir cuidando y mejorando el rico patrimonio que tienen, además de realizar diferentes obras de caridad, ayudar a la confección de mascarillas y materiales de protección cuando no había, entrega de alimentos para los más necesitados… pero por desgracia, muchas son las hermandades que han sufrido la pérdida de algunos hermanos debido a la pandemia. No obstante, según señalan, “se están incorporando nuevas generaciones, aunque existe algo de carencia en cuanto a costaleros, ya que hay gente que todavía tiene cierto miedo o ha vivido situaciones complicadas, pero los que estamos seguimos con nuestra fe intacta y es el momento de encomendarnos más y volver a vivir y celebrar de nuevo la Semana Santa”. Es evidente que a nivel de fe y cristianismo, las hermandades y cofradías están deseando realizar sus estaciones de penitencia y poder sacar a sus titulares a las calles, pero además, hay que destacar que a la Semana Santa le acompaña y mueve a muchísima gente, tanto creyentes como no creyentesque participan de forma directa o indirecta, lo que supone un importante montante económico para los pueblos y ciudades.

Un poco de historia.- Las primeras cofradías de la Semana Santa de Jaén, declarada Bien de Interés Turístico-Cultural Andaluz desde 2006​ y Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía, surgen en plena Edad Media, tras la conquista de la ciudad por Fernando III el Santo en 1246. Eran hermandades con fines piadoso-militares y se organizaban para defender la ciudad, ejemplo son las de «San Luis», «San Blas», «Santiago», «San Onofre» o «Santo Tomás».​ Así, las hermandades de pasión o penitencia se consolidaron como asociaciones que veneran la Pasión de Cristo y le rendían culto con una salida procesional. El principal objetivo de las corporaciones era el de socorrer a sus hermanos más necesitados y asistirlos a la hora de la muerte. Llas cofradías realizaban estación de penitencia a iglesias o conventos cercanos a su templo, siempre en el interior del recinto amurallado.

Costalero en la procesión de la Borriquilla de 2019.

Las cofradías nacieron en los conventos de las órdenes religiosas que las impulsaban. Así, el 16 de mayo de 1541, se formó la Devota Hermandad de la Santa Vera-Cruz en el Real Convento de San Francisco de Asís.​ La última cofradía de penitencia que se fundó en la ciudad durante esta época fue la «Cofradía de los Esclavos del Santísimo Sacramento y Cena del Señor», en 1616 en el convento de la Santísima Trinidad, de la Orden Trinitaria.​

Desde finales del siglo XVII a principios del siglo XVIII la Semana Santa atravesó una profunda crisis, causada por el decaimiento económico y demográfico que conllevó la decadencia de los Austrias, la Guerra de Sucesión y las epidemias. Esto llevó a la desaparición, en favor de la caridad, de cinco de las seis cofradías de penitencia fundadas en la ciudad, excepto la de «Nuestro Padre Jesús Nazareno», antigua de «Santa Elena», que no cesó nunca de realizar estación de penitencia.​

En esta época destaca el enorme crecimiento de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, debido al gran número de milagros que se le adjudicaban a la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. En este siglo también se fundaron nuevas cofradías gracias al impulso experimentado.

En el siglo XIX, las cofradías volvieron a sufrir una fuerte crisis a consecuencia de la ocupación francesa y la desamortización.​ En el siglo XX, durante el gobierno de la Segunda República se experimentó una fase de enfrentamiento social y político que perjudicó la celebración de la Semana Santa. Tras los sucesos de 1931 y 1936, se llevó a cabo un proceso de reconstrucción y además se fundaron nuevas hermandades. ​ En los primeros años del siglo XXI surgieron varios grupos de cofrades con la intención de fundar nuevas cofradías, dos de los cuales vieron culminado su trabajo con la aprobación de sus estatutos en el año 2012, fueron las hermandades de la Caridad​ y el Cautivo.​ Poco después, en 2015, lo fue la del Lavatorio,​ y en 2017 la del Gran Poder. ​ En los años 202058​ y 2021,​ a causa de la pandemia de enfermedad por coronavirus, fueron suspendidos todas las procesiones de las cofradías de la ciudad, al igual que sucedió en España.

Una Cuaresma diferente

Francisco José Jiménez Valdivia /Hermano mayor de la Cofradía del Señor Resucitado

Hace ya tres años que mi Cofradía no sale a la calle. En el año 2019 tuve, por desgracia, que anunciar la suspensión del desfile procesional por inclemencias meteorológicas. Al año siguiente, tras tener todo preparado para la Semana Mayor, la maldita pandemia nos volvió a dejar a los cofrades sin poder disfrutar de lo que tanto nos gusta.

Fue el año pasado cuando se decidió organizar en prácticamente todas las iglesias algo especial para, por lo menos, quitarnos ese mal sabor de boca que la pandemia nos dejó y, claro ejemplo fue la exposición “EGO SUM REX MUNDI”, en la que las hermandades de la Basílica de San Ildefonso nos esmeramos en montar unos altares sustituyendo los pasos por alfombras y doseles. Pero esto no apaciguó las ganas de ver a los pasos en las calles y seguíamos pensando en cómo sería la semana santa al año siguiente.

Este año será la cuaresma más atípica de todas las que he conocido. Son muchos los preparativos que tenemos que hacer para poder salir a la calle. Y con todas las recomendaciones por parte de la Junta de Andalucía, nos aventuramos a prepararnos a seguir adelante en este mundillo cofrade.

Pero como he dicho, será una semana santa distinta a las que conocemos.

Como católico mi obligación es proclamar el Misterio de la Resurrección y como cofrade y Hermano Mayor de mi Cofradía, mi deber es también cuidar de mi hermano. Por eso, desde que empezó la cuaresma, sólo pido al cofrade que sea responsable y consecuente con sus actos. Pero esa responsabilidad se ha centrado sobre todo en la figura del costalero.

Todas las miradas están centradas en él. Y la verdad es que son los que mayor riesgo de contagio corren, pero según se van realizando ensayos, se está viendo que son los que más seriedad y respeto frente al virus demuestran.

Son muchos los valientes que han dado el paso adelante para portar a sus imágenes, aunque no en la cantidad que toda Hermandad hubiera imaginado. No quiere decir que el que salga bajo los pasos sea más valiente que el que no lo haga. También es valentía renunciar a ponerse el costal quedándose con todas sus ganas y optar por otras opciones como revestirse con la túnica o simplemente acompañar desde la distancia a sus veneradas imágenes. Ya se ha visto que todas las cuadrillas han mermado en número y ahora tenemos que demostrar la unión que existe entre nosotros, ya que si no algunos pasos no podrán desfilar por las calles. Vamos a luchar todos porque esto no sea así y podamos disfrutar de cada uno de ellos.

Este virus nos ha quitado mucho y no sabemos cómo irá desarrollándose esta maldita pandemia, pero lo que sí es seguro es que volveremos con más fuerza que nunca.

Texto: Juan Diego García-Abadillo, Ayer&hoy
Fotos: Manuel Miró