Antonio Salas Sola /
Historiador del Arte y
Gestor Cultural

A unas cuatro millas de Baeza, según reza, se extendió en época de Aurelio allá por el 202 de nuestra era “La República Ruradensis”, por lo que se apunta un asentamiento que será el origen de lo que hoy es la ciudad de Rus, municipio situado en el centro de la provincia jiennense. La perspectiva histórica de la localidad, lejos de ser cómplice de la oscuridad que se ciñe sobre la historia el periodo visigodo en la provincia de Jaén, coge impulso del movimiento eremítico cristiano extendido por las provincias del imperio y que tendrá en el entorno geográfico de Rus, con el embalse del Giribaile, un cómplice perfecto para el refugio de los ascetas, hasta convertirse en uno de los enclaves cenobíticos de referencia en el sureste peninsular y quizás, entiéndase la metáfora, precursor de ese ‘Paraíso Interior’ que hoy la provincia de Jaén lleva a gala.

Sea como fuere, existe un paraje excavado en la roca del cerro de la Fuente de la Alcobilla, cuya datación exacta exige un análisis más profundo, conocido como el ‘Oratorio Rupestre de Valdecanales’. Este paraje rupestre, que toma nombre del río homónimo cercano, presenta una relación de espacios alterados por el ser humano con la intencionalidad necesaria de dotarlo de unas infraestructuras propias de cualquier espacio cenobítico: naves amplias para los fieles o peregrinos, habitáculos para el descanso y espacios destacados para las celebraciones litúrgicas. Este eremitorio se compone de un total de tres cuevas excavadas en roca destacando una de mayores dimensiones que alberga una serie de elementos iconográficos en su fachada con forma de venera o concha que contextualizan al espacio rupestre en época visigoda. La finalidad constructiva en esta cueva se ciñe a presentar tres naves, una central de mayor tamaño y de planta rectangular que difiere de las laterales de menor tamaño y con cubiertas que asemejan bóvedas.

Izq.: Puerta de acceso.  Centro: Una imagen exterior del oratorio rupestre. Dcha.: Un detalle del interior. (Fotos: Rafael Jiménez -Wikipedia-).

Esta delimitación de espacios, a la que se le suman un conjunto de arcos interiores, nos habla de su funcionalidad litúrgica, quedando aún más en evidencia con la existencia de unas hornacinas como prolongación del espacio que puede identificarse como altar y que harían las funciones de pequeños absidiolos. De las otras dos cuevas existentes, una de ellas, próxima a la anteriormente descrita, complementaría la función litúrgica del oratorio. En este caso, aunque de menor tamaño, presenta una superficie más regular con planta casi rectangular y una cubierta de tendencia abovedada. Anexa a la misma existe un habitáculo en la línea de los absidiolos descritos anteriormente para la primera cueva pero de mayor entidad, lo que ha llevado a pensar para investigadoras en la materia como María Higuera Muñoz y Luz María Pérez Villaescusa que se pudiese tratar de un baptisterio. Cerrando el conjunto una tercera cueva más alejada, muy similar a la segunda en cuando al espacio excavado en roca, pero a diferencia de las otras de un solo compartimento.

Izq.: Bóvedas del oratorio. Centro: El oratorio se compone de tres cuevas excavadas en roca de época visigoda. Dcha.: Elementos que dan razón de su origen y función. (Fotos: Josefa Palomares Sánchez, Turismo Ayuntamiento de Rus)

La singularidad y características descritas de este espacio histórico-artístico que estamos tratando lo hacen prácticamente único en la provincia de Jaén, amén de otros contados parajes rupestres de similares intenciones pero menor monumentalidad. Aunque su estado de conservación invite a pensar lo contrario, cuenta con el respaldo de ser un Bien de Interés Cultural desde 1970 en la categoría de Monumento Histórico-Artístico, con lo cual su protección y puesta en valor se antojan cruciales para dinamizar turísticamente el municipio ruseño, que ya cuenta en su nómina con aspectos etnológicos de interés turístico como la ‘Fiesta de los Mozos’.